Cómic
Honor. El mejor cómic de Lobezno
Chris Claremont y Frank Miller le dieron la vuelta al personaje en una historia que surgió en un viaje en coche de San Diego a Los Ángeles
Los 194 kilómetros que separan San Diego de Los Ángeles fueron más que suficientes para que dos de los mayores talentos del cómic, Chris Claremont y Frank Miller, cambiaran por completo la personalidad de uno de los por entonces personajes emergentes de La Patrulla X, Lobezno, hasta el punto de convertirlo en uno de los mayores iconos de Marvel.
Durante ese viaje de dos horas de vuelta de la Comic Con en verano de 1981 entablaron conversación sobre sus cómics, sus gustos y sobre cómo venían a Lobezno. Claremont propuso a Miller hacer juntos una historia, pero este no le gustaba el personaje. Un borracho camorrista y medio salvaje estaba en las antípodas de como entendía él el medio. Pero Claremont le presentó una visión distinta del personaje, él lo entendía como un samurai, una persona de honor con una gran historia detrás y esto conectó con la pasión que Miller tiene por la cultura japonesa. Durante el resto del viaje intercambiaron ideas y surgió el germen de la que probablemente sea la mejor historia de Lobezno.
Un cómic para la historia
El “Soy el mejor en mi trabajo, pero mi trabajo no es muy agradable” es el equivalente en cómic a “En un lugar de la Mancha…” un principio que marca qué va a encontrarse el lector. Una versión nueva y mejorada de un Lobezno que muy poco tiene que ver con el que sus seguidores conocían en la serie regular de Patrulla-X. Meses antes Claremont había ido soltado pistas de su conexión oriental: en el #118 revela que habla japonés y conoce a Mariko (1979). Dos años después Miller creaba en la colección de Daredevil (#174) La Mano, una siniestra organización de asesinos Ninja.
Marco oriental
Así que cuando en septiembre de 1982 creaban Honor, todo el escenario estaba apuntalado desde hacía tiempo. Este cómic es un adelantado a su tiempo en la forma de narrar y presentar a los personajes, que nada tenían que ver con el maniqueísmo imperante en la industria a principios de la década de los ochenta. Claremont y Miller presentaban un héroe con más sombras que luces, con un relato con varios niveles de lectura y una historia compleja donde se mezclan sentimientos universales como el amor, el honor, la venganza y el ansia de poder. Se adelantaban casi cuatro años a un estilo de cómic que tendría sus grandes representantes en Watchmen, Born Again y Dark Night.
Por fin en solitario
El Lobezno que construyen en la primera miniserie independiente del mutante no se parecía nada al de anteriores publicaciones, nos encontramos ante un Logan de profundas convicciones, con un sentimiento del deber que va incluso más allá del amor y en el que el punto salvaje se ha perdido, salvo en contadas ocasiones, a cambio de una profesionalidad que muestra en cada viñeta. Es una especie de 007 con garras y alma de samurai.
Innovador
Narrativamente Honor es interesante porque introduce las reflexiones del protagonista como medio de conexión del relato, en este cómic el lector es Lobezno: sabe cómo se siente y qué va a hacer en cada caso. Sus miedos, sus anhelos, sus dudas y sus sentimientos son revelados de manera magistral por Claremont. Este recurso literario sirve también para alejar al mutante de su estereotipo de busca broncas, para presentar a un Logan más humano, con debilidades físicas y mentales, y que es fácilmente superado por sus enemigos.
Miller deslumbra
En la parte gráfica nos encontramos con Miller que va evolucionando de un dibujo más clásico hacia el que le haría famoso con Sin City y 300, Ya hay viñetas, sobre todo en la de los combates con La Mano, en las que asoma el Miller que deslumbraría al mundo. Otra de sus grandes virtudes es su capacidad para jugar con el ritmo del relato a través de la disposición de las viñetas, haciendo que el lector haga pausas cuando la historia lo requiere (reflexiones) y acelerando para resaltar las partes más intensas, los combates. La composición de las páginas es toda una lección del dominio del medio, combinando estructuras regulares con otras innovadoras en las que no hace falta ni texto. Uno de los SNIKT más famosos de la historia del cómic está en sus páginas finales. En esta obra se nota la influencia de uno de sus artistas de cabecera, Goseki Kojima, creador de El lobo solitario y su cachorro.
Honor tendría tal impacto que Lobezno cambió para siempre, los personajes femeninos de la historia: Mariko y Yukio tendrían una relevancia en su vida semejante a la de Jean Grey y su parte oriental sería un tema recurrente al que Claremont volvería durante los siguientes años.
El guionista de los mutantes
Chris Claremont (1970) es uno de los grande guionistas de Marvel. El londinense que iba para diplomático tuvo la suerte de entrar como becario de Marvel en el puesto de ayudante de Roy Thomas. Con él aprendió y en 1972 realizó su primer guión en The Incredible Hulk #148. Por entonces los mutantes de la Patrulla-X creados por Stan Lee y Jack Kirby (1963) andaban de capa caída y su colección se vio abocada al cierre en 1969. En 1975 su mentor, Roy Thomas, impulsó su vuelta en el Giant-Size X-Men #1, obra maestra de Len Wein y Dave Cockrum, pero como Lein Wein no soportó la presión tomó el relevo un joven que había colaborado en la obra, Chris Claremont. Y la historia de Marvel y de los Mutantes cambió para siempre. Él fue el responsable de construir todo el universo mutante tal y como los conocemos hoy. Durante 16 años estuvo al frente de sus colecciones y los conviritó en el buque insignia de la editorial, un desecuentro con la cúpula de Marvel le empujó fuera de la casa. Tras varias series en las que no tuvo ningún éxito volvió en 1998 para encargarse de Los Cuatro Fantásticos y ocupar el cargo de director editorial.
Desde un punto de vista menos oscuro se sumó a la corriente que lideraban Miller y Moore para cambiar el paradigma del superhéroe. Sus historias se convirtieron en menos lineales y sus tramas tenían más interés por el desarrollo interior de sus personajes que por los enemigos a los que combatían.
Frank Miller, uno de los más grandes de la historia
El artista de Maryland (1957) es uno de los mayores referentes del mundo del cómic, junto a Moore lideró una corrienta de realismo que llevo a los superhéroes hacia un público más adulto. Entró en Marvel 1979, donde enseguida despuntó con Daredevil, aunque su primer trabajo fue con Spiderman. Por entonces trabaja también en DC con una serie limitada, Ronin, con una temática que mezclaba el futuro con los códigos del Japón feudal.
En 1986 dos cómics le situaron en la cumbre de la industria: Born Again y El retorno del caballero oscuro. Desde aquí una carrera meteórica con éxitos notables como Sin City, 300 o Martha Washington y unas posiciones cada vez más rádicales que le acercan a la derecha más ultraconservadora estadounidense.
Conclusión
Honor es uno de los grandes cómics de Marvel y probablemente, con permiso de Barry Windsor-Smith, el mejor del mutante con garras. Se anticipó unos años a lo que luego marcaría tendencia: los relatos complejos con héroes sombríos y enemigos no tan claros. Visualmente sigue siendo un lujo: Miller ya mostraba un talento inmenso para jugar con las sombras. Su conexión oriental le dota de un intimismo del que carecían sus historias y emparenta con relatos clásicos de los ronin más famosos, como fue el caso de Musashi Miyamoto.
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