Cómic
La muerte de Lobezno. Un adiós que no está a la altura de un mito de Marvel
Charles Soule y y Steve McNiven dan una despedida decente, que no brillante, a uno de los mayores iconos del mundo del cómic.
La muerte de los grandes personajes de Marvel se ha convertido en todo un fenómeno que suele utilizarse para ‘resucitar’ colecciones o personajes que no pasan por su mejor momento. No suele ser un adiós definitivo, es más bien un hasta luego en un contrato que tanto creadores como lectores saben que viene con letra pequeña.
Si en un principio cada fallecimiento era un suceso que sacudía los cimientos del universo Marvel, caso de Capitán América (Ed Brubaker) o Capitán Marvel (Jim Starlin), poco a poco el impacto ha ido en descenso hasta integrarse en el día a día de las colecciones. A veces nos encontramos con muertes brutales como la de Ares a manos de Sentry, otras dramáticas como la de Spiderman (Bendis) en Ultimate Spiderman e incluso alguna existencialista como la de Kraven (DeMatteis).
Elegía
En ninguna de estas categorías puede encuadrarse La muerte de Lobezno, un cómic en el que Charles Soule y Steve McNiven se despiden de una manera poética de unos de los grandes iconos de Marvel, Wolwerine. Un relato correcto, con algunas buenas páginas y con un hermoso final, pero que en su conjunto no está a la altura de una leyenda semejante y que queda muy lejos del nivel de despedida que tuvieron Capitán América o Capitán Marvel, dos obras maestras.
Para llegar al punto en el que decide Marvel que hay que liquidar a uno de sus iconos hay que entender la evolución del personaje durante 40 años. De un ser casi salvaje y con claro instinto asesino, Logan se había convertido en un apacible profesor y un ejemplo a seguir. Parte de su magia se había perdido por el camino, además la última etapa de Paul Cornell (24 números) al frente de la colección regular había bajado el listón respecto a sus predecesores.
En declive
Además, en 2008 Mark Millar y el propio Steve McNiven habían presentado una versión alternativa de Lobezno, El viejo Logan, mucho más atractiva para el lector. Así que la solución para la jefetura de Marvel es bien sencilla: matar a Lobezno. Resulta curioso que para ello no le dieran el encargo al guionista que había acabado con su factor curativo y lo había convertido en un objetivo vulnerable; en vez de ello, se apostó por un casi recién llegado a la compañía y al mundo del cómic, Charle Soule.
Una figura emergente
El guionista de Milwaukee era también abogado, músico y escritor, un talento que no aterrizó en el mundo del cómic hasta 2013 con la serie de Oni Press ‘Letter 44’. De ahí pasó a DC a Swamp Thing, Red Lanterns y Superman/Wonder Woman. Ese mismo año trabaja ya para Marvel en Thunderbolts, para un año más tarde firmar contrato de exclusividad con ellos: She-Hulk, Inhumanos, Daredevil, Increíble Patrulla X… Actualmente ha cambiado los superhéroes por el universo Star Wars.
Homenaje en cuatro actos
La historia de ‘La muerte de Lobezno’ es además un viaje por los 40 años de su vida, un homenaje a los grandes momentos y creadores que configuraron su leyenda. El cómic está estructurado en cuatro actos que se desarrollan en escenarios clave para su historia: Canadá, Madripur, Japón y Nevada. Por sus páginas pasan los grandes personajes que han marcado su vida: Víbora (su exmujer), Ogun (su maestro), Kitty Pryde (su gran amiga) y Creed (su hermanastro y gran antagonista). Pero su muerte no es a manos de un ser todopoderoso, sino que llega a manos de un ser normal y corriente. El doctor Cornelius, uno de los científicos encargado de convertirlo en Arma X en la extraordinaria historia de Barry Windsor-Smith, es quien activa los resortes para que todo acabe de una manera trágica.
Artista consagrado
A los lápices está Steve McNiven, el dibjuante canadiense se dio a conocer a principios de siglo en Crossgen gracias a Sigil y sobre todo a Meridian. En 2004 aterriza en Marvel en MK4, donde formó pareja con Bendis en Nuevos Vengadores, con Mark Millar en Civil War y Old Logan, con Brubaker apuntaló el regreso del Capitán América y con Rick Remender relanzó Inhumanos. Así que cuando llegó a La Muerte de Lobezno era ya uno de los autores mejor valorados de la casa. Su trabajo aquí es excelente, combinando páginas de gran belleza visual, como las que transcurren en Japón, con otras en las que muestra su dominio de la acción y del espacio. El guion de Soule, en el que hay muchas páginas sin casi diálogos, le ofrece un marco ideal para lucir todo su arte: “he disfrutado de cada momento.Las últimas páginas son especialmente difíciles, pero espero que el lector disfrute de ellas” .
Conclusión
La muerte de Lobezno es un cómic entretenido, agradecido de ver, pero que carece de la profundidad emocional y artística de otras elegías de Marvel. Quizá es demasiado corto o quizá la historia llegaba con demasiados condicionantes, pero el resultado es mucho menor de lo que se merecía una figura de la talla de Lobezno. En su descargo hay que decir que Logan no permanecería mucho en su tumba, en 2017 ya estaba repartiendo estopa otra vez.
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