'Arma X': la obra maestra de un artista total
En 1991 Barry Windsor-Smith se despedía de Marvel poniendo luz a uno de los grandes enigmas de la editorial: el origen de Lobezno.
Lobezno pasa por ser uno de los personajes más icónicos de Marvel, desde que en 1974 apareciera por vez primera vez en las páginas de The Incredible Hulk #180 de la mano de Len Wein, John Romita Sr. Y Herb Trimpe, uno de sus grandes atractivos era su falta de datos sobre su pasado, nadie sabía quién era ni de dónde venía ni cómo había adquirido de sus poderes. Durante dos décadas su estrella fue en aumento y aunque pasó por la mano de los mejores talentos de la Casa de las Ideas, ninguno se atrevió a bucear en un pasado lejano en busca de respuestas ya que ese aire de misterio era algo que le sentaba bien al mutante más violento de la Patrulla-X.
La última cabalgada en Marvel
A esta encrucijada llega un Barry Windor-Smith cansado de las condiciones laborales y camino de una nueva aventura en Valiant de la mano de Jim Shooter, ex director de Marvel. El artista británico (1949) era por entonces una figura reputada en el mundo del cómic gracias a su trabajo en Conan el Bárbaro, su estilo que destacaba por un absoluto dominio de la anatomía y había evolucionado desde ser un creyente convencido de la estética Kirby a representar al arte más puro dentro del mundo del cómic, sustituyendo el abuso de tinta para crear volumen por un uso prodigioso de la línea.
Barry Windsor-Smith que había trabajado en otras colecciones de primera línea como The X-Men, Nick Fury, Daredevil, The Avengers o Iron Man, se tomó el proyecto de Arma X como una última aventura en la que daría su particular versión de Lobezno. Originalmente fue publicada dentro de la publicación Marvel Comics Presents (#72 al #84) en un formato que incluía portada y ocho páginas de dibujo. La historia se mueve en dos líneas temporales diferentes, pero cuya frontera se diluye en algunas ocasiones gracias a la caótica narración que hace Warry de la historia. Ello es un efecto intencionado para inducir en el lector el mismo estado de pérdida temporal al que está sometido Logan.
Estilo particular
Durante la primera parte de la aventura opta por colocar muchas viñetas en cada página y se aprecia una ausencia total de bocadillos y un uso muy limitado de las didascalias. El lector entra en el relato casi sin información y va descubriendo poco a poco qué se esta narrando: la historia de cómo un mutante se convirtió en un arma de matar arrastrado por un proyecto secreto del gobierno. A medida que se avanza, Windsor-Smith va cambiando su estilo, ofreciendo esas viñetas gigantes en las que libera todo el poderío de su dibujo que emparenta muy bien con el que hizo para Conan: “Logan es uno de los pocos héroes de Marvel con los que me puedo sentir vinculado, porque me recuerda a Conan”.
Un nuevo rumbo para Lobezno
Mucho del personaje del Lobezno de hoy encuentra sus claves en el relato de Windsor-Smith, una historia que para muchos es la mejor del mutante. Tal fue el interés que despertaron las entregas mensuales que el propio Claremont, guionista de la colección X-Men, le pidió que introdujera algún ligero cambio para que no chocase con la línea argumental de la colección principal, algo a lo que Barry accedió sin problemas: “No me di cuenta de que estaba haciendo algo tan importante en el mito de Lobezno. Si no, tendría que haber implicado a Claremont”. Así que, tras el villano evidente, el Profesor, mostró que había un poder mayor detrás, Apocalipsis. Un simple guiño que abría una puerta para una historia mayor en el universo mutante.
Creador absoluto
Una de las características que hacen único como cómo cómic a Arma X es que Windsor-Smith realizó todo el proceso creativo en solitario. Dio forma al guion, dibujó las páginas, entintó las viñetas y se encargó de las portadas. En todos y cada uno de los pasos demostró que su talento estaba muy por encima de los demás, su uso del color es una constatación de que más allá de la paleta creativa utilizada, en este caso compuesta por tintas muy vivas, el resultado final depende de que la tonalidad se subordine a la historia. También da pista de que en plano se está moviendo el lector.
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