CONFLICTO UCRANIA - RUSIA

¿Cómo Roman Abramovich pasó del orfanato a convertirse en un oligarca?

El magnate ruso fue huérfano a los 3 años, hasta que décadas más tarde empezó a adquirir negocios para engordar su fortuna y así acercarse al Kremlin.

Clive Mason

El nombre de Roman Abramovich se encuentra en el punto de mira debido a su estrecha vinculación y complicidad con el presidente ruso, Vladimir Putin. Además, esa relación y condición de oligarca le ha provocado que su vida sufra un giro radical debido a las sanciones impuestas por parte de la Unión Europea y Reino Unido, entre ellas la obligación de tener que abandonar el país, hasta el punto de tener que vender el Chelsea, club de fútbol del que era propietario, o la congelación de todos sus activos en suelo europeo.

Sin embargo, su vida no arrancó de la mejor manera tras quedarse huérfano a los tres años, donde su madre, Irina, falleció por envenenamiento en la sangre cuando él tenía un año, mientras que su padre falleció dos años más tarde por un accidente en una grúa. Además, Abramovich provenía de una familia humilde y trabajadora, que fue la encargada de otorgarle una educación en la región rusa de Komi tras el fallecimiento de sus padres.

Seguidamente, a los 16 años abandonó la escuela para trabajar como mecánico, mientras realizaba servicios militares en el Ejército Rojo. Del mismo modo, empezó a invertir en otros sectores, como en la venta de juguetes o de perfumes, donde aumentó su riqueza, lo que le permitía tener más posibilidades de asociarse al Kremlin.

¿Cómo empezó su relación con el Gobierno de Rusia?

El colapso de la Unión Soviética propició que Abramovich participara en las "guerras de aluminio", en el cual grandes personalidades y empresarios rusos habían acumulado grandes fortunas y poder político durante el fracaso del sistema soviético. Por ello, a los 20 años recibió un golpe de suerte, al hacerse con los servicios de la petrolera Sibneft, mediante una subasta de unos 250 millones de dólares y supuestamente amañada, según reconoció a la justicia británica en 2012.

Su intervención y relación con el Kremlin se inicia con el presidente ruso Boris Yeltsin, que renunció en 1999, para relegar su cargo en la figura de Vladimir Putin. Posteriormente, Abramovich y el líder del Kremlin estrecharon una buena relación, hasta el punto de ser considerado una de las personas de mayor confianza para el presidente, traducida en la figura de oligarca, puesto que tenían otras personalidades del país y con buena complicidad con Putin.

Por ello, en el año 2000, fue elegido gobernador de la región de Chukotka, situada en el extremo nororiental de Rusia, donde le sirvió durante ocho años para invertir su propia fortuna en servicios sociales y públicos. Uno de esos movimientos más destacados fue la compra del Chelsea, uno de los clubes más emblemáticos y famosos de Londres, por un valor de unas 140 millones de libras.

"Estoy seguro de que la gente se centrará en mí durante tres o cuatro días, pero pasará. Se olvidarán de quién soy, y eso me gusta", dijo el multimillonario ruso cuando compró el club. Su fortuna se traduce en grandes propiedades, como la mansión de 15 habitaciones en Kensington Palace Gardens, pisos en Chelsea, un rancho en Colorado, yates o casas de vacaciones en lugares lujosos, como la Riviera francesa o Costa Azul.