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¿Qué pasaría si las placas tectónicas dejaran de moverse y cómo afectaría a La Tierra?

Los procesos que originan los movimientos de las placas tectónicas resultan fundamentales para que se pueda desarrollar la vida en nuestro planeta.

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Las placas tectónicas son grandes masas de tierra, enormes fragmentos de los que se compone la litosfera terrestre, que incluyen tanto la corteza terrestre como la capa superior del manto, y que cumplen una función esencial para la vida. Si dejaran de moverse desaparecerían grandes desastres naturales como terremotos, volcanes o maremotos, pero este suceso también acarrearía un cambio en el planeta que resultaría catastrófico.

Y es que las placas tectónicas cumplen una función que resulta esencial para la vida en La Tierra. Estos fragmentos de litosfera relativamente rígidos que se mueven sobre la astenosfera renuevan de forma continua la superficie de nuestro planeta con sus desplazamientos, que provocan además un proceso que resulta fundamental para la vida.

Proceso clave para la vida

Como explica BBC News, en las dorsales oceánicas el magma se eleva, creando una nueva corteza al separar dos placas. Cuando dos placas se presionan entre sí, una sección de una puede quedar bajo la otra. Se trata de un proceso que puede cavar trincheras oceánicas profundas o inducir erupciones volcánicas. Además, en ocasiones, las placas continentales forman montañas cuando chocan entre sí y no existe otro destino.

Se tratan de procesos que resultan fundamentales para que pueda haber vida en La Tierra, ya que regulan la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera. Esto es posible gracias a que trasladan carbono dentro y fuera del interior de nuestro planeta.

Mantiene la temperatura necesaria

Si existiese una presencia excesiva de este elemento, la atmósfera atraparía mucho calor y la temperatura de la superficie aumentaría. Por el contrario, si la cantidad fuera escasa, todo el calor se perdería y la Tierra pasaría a ser un planeta excesivamente frío para que pudiera desarrollarse la vida.

De esta manera, el efecto que produce en el carbono el movimiento de las placas tectónicas sirve como termostato del planeta, regulándose a sí mismo cuando es necesario y manteniendo un clima suficientemente cálido para evitar que nuestro planeta se convierta en un lugar inhóspito, como detalla BBC News.