CORONAVIRUS
El sudor, posible aviso de una 'tormenta de citoquinas' en un cuadro grave de COVID-19
Como ocurre con otras enfermedades como la gripe, una 'tormenta de citoquinas' puede desencadenar el daño en órganos vitales e incluso la muerte.
Tras más de un año de pandemia, todavía se siguen descubriendo cosas nuevas sobre este coronavirus SARS-CoV-2. Una de ellas, detectada por un grupo de expertos de la Sociedad Química Americana (ACS), tiene que ver con la relación del sudor y la posibilidad de tener más opciones de desarrollar un cuadro grave de la enfermedad, que puede derivar en la muerte.
En concreto, han presentado los resultados preliminares de un sensor de sudor que hace las veces de una alerta temprana de una inminente 'tormenta de citoquinas', una oleada de proteínas inmunitarias inflamatorias comunes aquellos pacientes que solían ser los más enfermos y que más riesgo de morir tenían durante los primeros meses de la emergencia sanitaria. Gracias a esto, los médicos podrían disponer de un nuevo mecanismo para tratar más eficazmente a los pacientes.
"Especialmente ahora, en el contexto de la COVID-19, si se pudieran monitorizar las citocinas proinflamatorias y ver su tendencia al alza, se podría tratar a los pacientes de forma precoz, incluso antes de que desarrollaran los síntomas", indica la doctora Shalini Prasad, investigadora principal de este proyecto. Esta tormenta de citoquinas también puede aparecer en otras enfermedades como la gripe.
La detección temprana, vital
El hecho de detectar a tiempo este fenómeno (que se produce cuando el sistema inmunitario reacciona a la presencia de agentes patógenos) puede marcar la diferencia, pues una vez se produce, la inflamación puede dañar a los órganos y causar desde graves enfermedades hasta la muerte. Por tanto, si los médicos pudieran administrar terapias en cuanto los niveles de citoquinas se incrementen, se evitarían hospitalizaciones y muertes.
Actualmente el nivel de citoquinas se puede medir mediante los análisis de sangre, aunque se trata de un método poco factible de forma doméstica y además no se puede controlar regularmente los niveles de proteínas. Como las citoquinas se excretan a través del sudor a niveles más bajos que la sangre, los expertos pidieron a los pacientes que hicieran ejercicio para recoger las muestras de sudor suficientes. En su defecto, se les aplicó una pequeña corriente eléctrica a la piel, aunque esto podría alterar por sí mismo los niveles.
"Hemos descubierto que hay que medirlas en el sudor pasivo. Pero el gran reto es que no sudamos mucho, sobre todo en ambientes con aire acondicionado", señala Prasad. Se calcula que la mayoría de personas solo producen unos 5 microlitos (una décima de gota) de sudor pasivo en un cuadrado de piel de 0,5 pulgadas en diez minutos.
Sensor para medir las citoquinas
Así, ante tal dificultad, desarrollaron un método extremadamente sensible con el que medir los niveles de citoquinas en pequeñas cantidades de sudor, partido de la base de un trabajo previo sobre un sensor de sudor portátil para controlar los marcadores de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Este dispositivo, comercializado por EnLiSense LLC, mide los niveles de las proteínas que se disparan durante los brotes de EII.
Para el sensor de citoquinas, denominado SWEATSENDER Dx, los investigadores fabricaron tiras sensoras con anticuerpos contra siete proteínas proinflamatorias: interleucina-6 (IL-6), IL-8, factor de necrosis tumoral-a (TNF-a), ligando inductor de apoptosis relacionado con el TNF, IL-10, proteína inducida por interferón-alfa y proteína C reactiva. Las tiras fueron insertadas en el dispositivo y llevaron a cabo un estudio de observación.
En él, probaron con seis personas sanas y cinco con gripe. Dos de los enfermos mostraron un alto nivel de citoquinas, mientras que en todos los voluntarios las citoquinas en el sudor pasivo estaban correlacionadas con los niveles de las mismas proteínas en el suero.
Incluso, el dispositivo fue capaz de medir las citoquinas en aquellas personas que tomaban fármacos antiinflamatorios, que excretan citoquinas en el rango de concentración de pocos picogramos por milímetro. Se siguieron los niveles de citoquinas durante un máximo de 168 horas, antes de sustituir la tira de sensores. Ahora, el propósito es trasladar estos ensayos a personas a personas con infecciones respiratorias, como la COVID. "Vamos a seguir probándolo en todas las infecciones respiratorias porque el desencadenante de la enfermedad en sí no importa, lo que nos interesa es lo que ocurre con las citoquinas".
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