CORONAVIRUS
Los efectos a largo plazo más comunes de la COVID persistente
Se trata de una realidad cada vez más habitual a medida que la pandemia avanza y que afecta a personas que pasados semanas o meses desde el contagio siguen manifestando síntomas.
La COVID-19, causada por el SARS-CoV-2, puede implicar secuelas y otras complicaciones médicas que duran semanas o meses después de la recuperación inicial. Denominada COVID persistente o Long COVID, lo cierto es que sigue siendo un misterio para la comunidad científica puesto que se desconoce por qué afecta a algunos de los contagiados y a otros no.
Un reciente metaanálisis a cargo de un equipo internacional de investigadores de diferentes organismos e instituciones universitarias, recogido en una prepublicación de medRxiv, identifica más de 50 efectos persistentes después de revisar 18.251 publicaciones. Tras una primera revisión se incluyó para las conclusiones finales 15 trabajos que involucraban a 47.910 personas de entre 17 y 87 años, a las que se les realizó un seguimiento que osciló entre 14 y 110 días después de la infección viral.
Los cinco síntomas más comunes
De este modo, se estimó que el 80% (95% CI 65-92) de los pacientes que estaban infectados con SARS-CoV-2 desarrollaron uno o más síntomas a largo plazo, mientras que se determinó que los cinco más comunes hacían referencia a fatiga (58%), dolor de cabeza (44%), trastorno de atención (27%), caída del cabello (25%) y disnea (24%).
De igual forma, los investigadores también identificaron más síntomas persistentes como la anosmia (pérdida del olfato), otros de carácter pulmonar o respiratorio (tos, opresión torácica, apnea del sueño, fibrosis pulmonar), cardiovasculares (arritmias, miocarditis), y neurológicos o psicológicos (pérdida de memoria, depresión, ansiedad, trastornos del sueño).
Muchas incógnitas
Lo que está claro es que son necesarios nuevos estudios que profundicen en los mecanismos de esta nueva enfermedad considerada como un complejo sintomático multifactorial que afecta a determinadas personas más allá de lo estipulado como normal. Síntomas o efectos que permanecen en el tiempo, aunque también pueden aparecer en el proceso.
Por ello, también conviene discernir si algunos de esos síntomas son fruto estrictamente de las características de la enfermedad o suponen una respuesta, sobre todo en lo referente a los psicológicos, a situaciones de estrés.
Al no haber un diagnóstico establecido y desconocerse muchos de los mecanismos que conducen a la COVID persistente, es necesario un enfoque multidisciplinar para abordar las necesidades de los pacientes, y determinar la influencia de sus efectos en enfermedades anteriores o futuras.
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