CORONAVIRUS

Siete de los ocho brotes más graves de Estados Unidos se localizan en las prisiones

JIM VONDRUSKA

El correcional de Marion, en el estado de Ohio, es el más afectado con 2.439 positivos, según datos del New York Times. 85 reclusos han muerto en cárceles federales.

Una de las principales preocupaciones de los gobiernos durante la pandemia de coronavirus ha sido tratar de evitar que las prisiones se convirtieran en grandes focos de contagio, bien limitando los contactos con el exterior o bien liberando temporalmente a los reclusos. Estados Unidos no lo ha conseguido. Según datos recopilados por el New York Times, siete de los ocho brotes más importantes del país se encuentran en cárceles.

De todos ellos, el más grave es el de la penitenciaria de Marion, en la localidad homónima de Ohio. La realización masiva de tests en este centro ha revelado 2.439 positivos, en torno a un 80% de todos los presos. En el correccional de Pickaway, también en Ohio, son 1.791. 1.374 se han detectado en la cárcel de Trousdale Turner, en Hartsville (Tennessee); 1.283 en la del condado de Harris, en Houston (Texas); 1.107 en la de Lompoc (California); 1.065 en la del condado de Cook, en Chicago (Illinois), y 1.051 en la de Chuckawalla, en Blythe (California). El otro gran foco ha estado en la planta de procesado de carne de cerdo Smithfield Foods, ubicada en Sioux Falls, Dakota. Allí han dado positivo 1.098 trabajadores.

Según The Appeal el BOP, siglas inglesas para la Oficina Federal de Prisiones, sólo ha realizado pruebas diagnósticas al 12% de los internos bajo su custodia, unos 146.000. De ese 12%, el 35% ha dado positivo y hay que tener en cuenta que este organismo no se ocupa de las cárceles administradas por los estados, sólo de las de rango federal, en las que ya se han confirmado 85 muertos por la COVID-19.

El vicepresidente cree que el problema está "contenido"

Aunque el panorama dista de ser halagüeño, el vicepresidente Mike Pence aseguró recientemente al Wall Street Journal que "el aumento de los tests realizados ha permitido a las autoridades de salud pública identificar los brotes en instalaciones concretas como prisiones, residencias de ancianos o procesadoras de carne y contenerlos". No opina lo mismo el Profesor Asistende de Epidemiología de la Universidad de Yale Gregg Gonsalves, que cree que "las prisiones y cárceles son amplificadores institucionales de las enfermedades infecciosas", "tanto dentro como fuera de sus instalaciones".

Algunos internos como Andre Stores, recluido en el penal de Marion, el más afectado, cree que los tests y sus resultados han llegado tarde. "Nadie nos dice nada, simplemente nos han dejado aquí. Es como si nos dejaran básicamente para que nos muramos. No he venido a la prisión a morir", clama en declaraciones a WOSU, una emisora de radio de Ohio. Dennis Salerno, otro preso de Marion, asegura que allí reina el caos y ya no se sabe quién está contagiado y quién no: "Sepan lo que sepan, ya han mezclado gente contaminada con otra que no lo está".