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NBA | MAVERICKS-CELTICS

Wade, Walton, Russell, LeBron... Así se remonta un 2-0 en la Final

Los Mavs están obligados a hacer algo que solo se ha visto cinco veces en la historia de las Finales: remontar un 2-0 en la lucha por el anillo.

LeBron James y Kyrie Irving, en un Cavaliers-Warriors.
Brian SpurlockUSA TODAY Sports

Los Mavericks de Luka Doncic están contra las cuerdas en el traslado de las Finales 2024 desde la Costa Este hasta Texas: pierden 2-0 contra unos Celtics que han parecido tremendamente superiores en los dos partidos jugados en Boston. Según el BPI (Basketball Power Index), el controlador estadístico global de ESPN, los Mavs tienen ya menos de un 8% de posibilidades de ser campeones. Los Celtics, que buscan su primer título desde 2008 y el segundo desde 1986 (y desempatar así con los Lakers con el que sería su anillo número 18) tienen una ventaja que, eso dice la historia, suele ser más que suficiente. Y que ahora mismo, de hecho, apunta más a una resolución rápida que a una remontada que, si va a suceder, tendría que comenzar en el tercer partido porque jamás se ha dado la vuelta a un 3-0.

El 2-0 es un resultado muy difícil de sortear. No definitivo, pero sí uno que marca una brecha ya muy notable que solo se ha cerrado cinco veces en la historia de las Finales de la NBA. Curiosamente, las dos franquicias protagonistas de esta edición de 2024 han vivido un vuelco así en los dos lados de la moneda: los Celtics fueron los primeros en conseguirlo, contra los Lakers en las recordadas Finales de 1969. Y los Mavericks lo sufrieron en 2006, en la serie contra los Heat de Dwyane Wade y Shaquille O’Neal. Entre esas dos eliminatorias, solo se había hecho en la lucha por el título en 1977, cuando lo lograron los Trail Blazers de Bill Walton en 1977. En la última década ha sucedido otras dos veces. Primero en 2016, cuando los Cavaliers de LeBron James y Kyrie Irving (que ahora juega en los Cavs) lograron una hazaña sin precedentes: remontar un 3-1 (que había sido 2-0) a los Warriors del 73-9. Después, en 2021, lo lograron los Bucks en 2021 cuando, con Giannis Antetokounmpo al frente, convirtieron un 2-0 en un 2-4 contra los Suns de Devin Booker, Chris Paul y compañía.

Cuando Wade se convirtió en leyenda

Las Finales de 2006 encumbraron a Dwyane Wade, que promedió 34,7 puntos, 7,8 rebotes, 3,8 asistencias y 2,7 robos en una actuación individual colosal (fue MVP, obviamente) y dieron el primer título a unos Heat nacidos en 1988 pero lanzados realmente a la estratosfera competitiva en 1995, cuando llegó Pat Riley para gestionar de arriba abajo la franquicia. Los de Florida le dieron a los Knicks una primera ronda de draft y un millón de dólares para que no se investigaran sus contactos con Riley cuando este todavía tenía contrato, una ganga a juzgar por la influencia y el éxito del que todavía es presidente de la franquicia. Riley drafteó a Wade en 2003 y se hizo con Shaquille O’Neal en 2004, cuando la tensión del pívot con Kobe Bryant provocó un divorcio sonadísimo en los Lakers.

Después de ganar 59 partidos y perder en siete contra los Pistons en la final del Este, un inicio en 11-10 de la temporada 2005-06 provocó la salida de Stan Van Gundy y el regreso a los banquillos de Riley, que llevó al equipo a un título que pareció imposible en las primeras Finales con dos debutantes y las primeras sin equipo que ya había campeón desde 1978. Los Mavericks de Dirk Nowitzki se adelantaron (2-0) en su pista pero perdieron los cuatro siguientes partidos, tres en Miami (con formato 2-3-2) y el definitivo en su pista, cuando Riley aseguró que solo se llevaba “una corbata” a Texas, en referencia a que no creía que fuera a ser necesario un séptimo partido.

Fue una serie de finales angustiosos y polémica, sobre todo en el famoso quinto partido, en el que Wade tiró tantos tiros libres como los Mavericks (25) y sumó 21 de sus 43 puntos desde la línea de personal, incluida una protestada última falta in extremis. En el sexto los Mavs tiraron una ventaja de 14 puntos en la primera parte (Wade sumó 36) pero su gran oportunidad había estado en el tercero, cuando ganaban por 13 a seis minutos del final y encajaron la remontada que cambió la serie (del hipotético 3-0 a 2-1). Una canasta de Gary Payton culminó el vuelco y luego Dirk Nowitzki certificó la derrota con un fallo desde la línea de personal que le acompañó hasta que por fin fue campeón, en 2011 y precisamente contra los Heat. Ese tercer partido que inició el milagro acabó con 42 puntos y 13 rebotes de Wade.

De la dinastía celtic a la blazermania

La primera vez que se remontó un 2-0 fue en 1969, el último título de la dinastía de unos Celtics que alargaban su tramo de gloria con Bill Russell haciendo ya doblete entrenador/jugador. Sigue siendo, además, la única vez que no han ganado unas Finales después de estar 2-0 los Lakers, en pleno complejo de inferioridad con los Celtics: fue la séptima Final perdida contra los verdes. Esta sin justificación: los angelinos eran muy favoritos, contra un rival ya pasado de años y con el big three que formaban Elgin Baylor, Wilt Chamberlian y un Jerry West que se llevó el primer premio de MVP de las Finales... y el único hasta hoy para un jugador cuyo equipo no se ha proclamado campeón.

En el séptimo partido y en su pista, los Lakers firmaron una de las mayores pifias de la historia de las Finales para cerrar el 3-4 después de estar 2-0 y 3-2. Jerry West promedió 38 puntos y más de 7 asistencias y jugó dos formidables partidos (53 y 41 puntos) hasta que Bill Russell ordenó dobles marcajes contra él a partir del tercero. En el cuarto de la serie, los Celtics salvaron (89-88) la vida con una canasta milagrosa de Jones después de que se pitara de forma muy polémica que Elgin Baylor había pisado fuera del campo con los Lakers por delante (87-88) y siete segundos por jugar.

En el definitivo séptimo partido (106-108) Don Nelson también anotó otro tiro que parecía destinado a quedar en nada y selló una sorpresa descomunal. Y el desastre de unos Lakers consumidos por su propia maldición (a día de hoy Jerry West sigue odiando el color verde) y por la osadía del entonces propietario, Jack Kent Cooke, que colocó miles de globos en el techo del Forum y repartió flyers con las instrucciones sobre cómo sería la celebración. Ese documento circuló por el vestuario visitante antes del partido, ya con West enfadadísimo con Cooke desde que había salido a calentar y había visto los globos en el techo del pabellón. No había necesidad de tentar demasiado a la suerte, y menos si eras un equipo que, se volvió a demostrar, no tenía entonces ninguna en cuanto aparecía enfrente un coloso verde que acabó ahí, en el dorado Forum y con 11 títulos en 13 años.

La segunda remontada llegó en 1977, el año de la blazermania, cuando Bill Walton dirigió a los Blazers al título, la explosión de una franquicia con solo siete años de vida y que hasta ese curso 76-77 no había jugado playoffs ni terminado con balance ganador. La llegada del entrenador Jack Ramsay y la unión en las zonas de Walton (un pívot legendario cuya carrera descarriló por culpa de las lesiones) y el ex ABA Maurice Lucas dispararon a una cenicienta que en la final del Oeste (el único Kareem vs Walton que se vivió en playoffs) barrió a los Lakers y en las Finales remontó un 2-0 a los Sixers con cuatro victorias seguidas, como los Heat en 2006.

En la serie contra Kareem, Walton promedió 19,3 puntos, 14,8 rebotes, 5,8 asistencias y 2,3 tapones. En las Finales 18,5+19+5,2+3,7, con 20 puntos, 23 rebotes, 7 asistencias y 8 tapones en el sexto y definitivo partido. Gene Shue, el entrenador de los Sixers, dijo que acababa de ver al “mejor jugador interior de la historia”. Los Sixers, con un Julius Erving recién llegado de ser campeón en la ABA, se pusieron 2-0 en su pabellón pero no volvieron a ganar y encajaron una derrota en lo que por entonces se consideró una sorpresa descomunal.

La penúltima vez que se levantó un 2-0 fue, claro, en 2016: el milagro de los Cavaliers de LeBron James, que remontaron un 3-1 a los Warriors que acababan de firmar la mejor regular season de la historia (73-9). Después de encajar dos palizas en los dos primeros partidos (104-89 y 110-77) en la Bahía, los Cavaliers parecían finiquitados cuando perdieron el cuarto en su pista (3-1). Les quedaban tres partidos, dos a domicilio, pero lograron un vuelco increíble. En el quinto, en el Oracle Arena, la sanción a Draymond Green desprotegió la defensa de los Warriors. LeBron sumó 41 puntos, 16 rebotes y 7 asistencias, y Kyrie Irving 41 puntos y 6 asistencias. Ahí empezaron a quedarse sin fuerzas los Warriors, fulminados en el tramo final del séptimo partido con el tapón de LeBron James a Andre Iguodala y el triple final de Kyrie Irving por encima de Stephen Curry.

El último 2-0, y el quinto, que no ha bastado para ser campeón, lo amasaron los Suns hace tres años, en 2021. Las Finales que comenzaron en julio, calendario de pandemia, y el regreso a los viajes tras los playoffs de la burbuja de Florida, en 2020. Los Suns buscaban su primer título, los Bucks el segundo después del ganado en 1971 con Lew Alcindor (después Kareem Abdul-Jabbar) como gran estrella. El pívot salió de UCLA en 1969 y llegó a los Bucks por una moneda al aire en la que los de Wisconsin se quedaron con el número 1 del draft. El equipo que se quedó sin él fue... Phoenix Suns.

Los Suns se habían hecho para esa temporada con Chris Paul, el fichaje que transformó a una franquicia que en los cinco años anteriores había promediado un 30% de victorias. De ahí a las Finales, algo inédito en todo el deporte profesional estadounidense, gracia a CP3 y al crecimiento de Devin Booker, Mikal Bridges, Deandre Ayton... Enfrente, unos Bucks que habían respondido a la primera crisis de fe de Giannis Antetokounmpo con el traspaso por Jrue Holiday y las renovaciones de Khris Middleton y Brook Lopez. Los Suns ganaron los dos primero partidos, en Arizona, y parecieron terriblemente superiores. Pero colapsaron después. En el quinto, de vuelta en su pista con 2-2, amasaron una ventaja de 16 puntos que se fue al limbo y cayeron cuando Jrue le robó la bola de las manos, literalmente, a Booker y asistió para un alley-oop inolvidable de Giannis. Antes de esa jugada, los Suns atacaban para ponerse por delante. En el sexto, en Milwaukee y con un ambiente excepcional (eran las primeras Finales de un equipo profesional de la ciudad desde 1982), los Bucks fueron más duros en un último cuarto al que se llegó con el partido en el aire (77-77).

Fueron las Finales que convirtieron en eterno a Giannis, que pasó de 40 puntos y 10 rebotes en tres partidos y cerró con 50, 14 y 5 tapones en el sexto a pesar de una lesión de rodilla que había sufrido en la final del Este, contra Atlanta Hawks, y que le hizo ser duda hasta minutos antes del arranque del primer partido, en Phoenix. El griego, en un despliegue emocionante de fuerza y dureza competitiva, promedió en las Finales 35,2 puntos, 13,2 rebotes, 5 asistencias, 1,8 tapones y un 61,8% en tiros. Para el recuerdo.

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