INDIANA PACERS

Ricky Rubio: 4 equipos en 15 meses y un futuro incierto

El base español abandonó Phoenix para ir a los Wolves y de ahí viajó, primero a Ohio y ahora a Indiana. Unos meses llenos de vaivenes y un futuro desconocido.

"Menudo negocio". Fueron las palabras de Ricky Rubio cuando fue traspasado de los Suns a los Thunder, el 16 de noviembre de 2020. Hasta ese momento, el base español era parte del equipo de Arizona, con el que había cuajado una de las mejores temporadas de su carrera (13 puntos, 8,8 asistencias y más de un 36% en triples de promedio). Algo que no le sirvió para quedarse con un proyecto prometedor y al alza que es ahora uno de los aspirantes al título. Entre otras cosas, porque al traspasar a Ricky se pudieron hacer con los servicios de Chris Paul, una leyenda absolutamente generacional que lidera al equipo de Monty Williams, uno que llegó a las Finales el año pasado y aspira a lo máximo en el presente curso.

A Ricky no le sentó bien ese traspaso y alegó ciertas promesas incumplidas por parte de la entidad de Phoenix. Unos días más tarde, durante la noche del draft, llegó a los Timberwolves, equipo en el que había debutado en 2011, año en el que aterrizó en la mejor Liga del mundo. Y, tras una temporada de crecimiento personal, el base volvía a cambiar de equipo por tercera vez en menos de un año y llegaba a los Cavaliers el 30 de julio de 2021. Una serie de vaivenes que le dejan ahora en Indiana, tras una lesión de rodilla que le ha dejado fuera de juego tras un inicio de curso de gran rendimiento en el que era el líder espiritual y moral de un grupo joven, tenía voz en el vestuario y era una extensión en pista de su entrenador, J. B. Bickerstaff.

El nuevo traspaso, que le lleva a su cuarto equipo en apenas 15 meses (quinto si contamos los Thunder, en los que no llegó a debutar), no le ha sentado tan mal a Ricky. El base de El Masnou cobrará 17,8 millones este año, el último de los tres que firmó con los Suns, y será agente libre en verano, en el que esperaba firmar un gran contrato que puede no ser tal por culpa de la rodilla. Y era material dañado para unos Cavaliers que buscaban un base-escolta, una figura que han encontrado en Caris LeVert. Ricky entiende el movimiento y lo asume; por otro lado, es más que improbable que acaba vistiendo la camiseta de los Pacers, un equipo que se mueve en una dirección distinta (reconstrucción) a la del español, que quiere encontrar un equipo competitivo en el que ganar partidos y poder disputar, por qué no, los playoffs. Y es probable que Ricky ni siquiera tenga que viajar a Indiana, un caso similar al que hemos visto en otras circunstancias distintas, en fondo y forma, como puede ser con Andre Iguodala y los Grizzlies, en los que no jugó hasta que le traspasaron a Miami.

¿Y ahora qué?

Es la pregunta del millón. Ricky tendrá ahora varios meses para pensar qué hacer y en verano podrá sondear el mercado para ver qué tipo de contrato puede firmar, por cuánta durabilidad y por cuánto dinero. A buen seguro que la cifra será menor que la que podía manejar en su cabeza con el nivel que estaba mostrando, pero dependiendo los parámetros en los que se mueva su nueva situación contractual, la decisión del base puede ser una u otra. Por otro lado, es un jugador que contará con 32 años cuando finalice su recuperación y que encarará su 12ª temporada en la NBA con dos lesiones en la misma rodilla y siendo propenso a sufrir problemas físicos (solo ha jugadouna vez los 82 partidos de la regular season, en la 2013-14). Teniendo en cuenta, además, el desgaste acumulado de muchos veranos dedicado a la Selección española (este verano hay Eurobasket y...) y que debutó en ACB antes de los 15 años, con el cansancio acumulado que ello supone. Unas variables que pueden complicar la posibilidad de que se embolse un dinero similar o superior que el que está cobrando en estos momentos.

Además, recordemos, no hay muchos casos en la NBA de la misma lesión en el ligamento cruzado de la misma rodilla. La base de datos de Jeff Stotts, una de las fuentes de información más completas en lo que se refiere a lesiones en la NBA, solo recoge dos casos: Michael Redd y Jabari Parker. Ambos volvieron a jugar, ninguno de los dos en plenitud. Hay muchos más casos de la lesión en ambas rodillas, o de percances antes (instituto, College...) y durante la carrera profesional. Y, claro, también hay en el pasado otros jugadores que también tuvieron problemas terribles de rodillas. Es imposible no acordarse del caso de Danny Manning, el número 1 de draft de 1988 y un prodigio que no pudo llegar hasta donde apuntaba pero que, al menos, ha sido el único capaz de retirarse jugando, en las pistas, después de (ojo) tres operaciones de cruzado.

Y, en medio de todo esto, no se puede descartar un posible regreso a Europa. Dependiendo de cómo se de la situación, el base podría optar por un retorno y ya ha declarado recientemente que la prioridad es su familia y que "no habrá NBA que valga cuando mi hijo empiece el cole". Está claro que la visión de Ricky va más allá del mero baloncesto y que su lesión de rodilla ante los Pelicans ha supuesto un revés a sus planes más cercanos. Pero sus intenciones son claras y nada es descartable si no llega un contrato atractivo. Así está la situación de Ricky, un jugador extraordinariamente respetado que ha hecho historia por precodidad (a los 17 años era titular en una final olímpica) y que ha encontrado un hueco, aunque vaya cambiando de lugar, en una NBA que no espera a nadie. El base ha sufrido, además, la peor parte de la mejor Liga del mundo: la de las lesiones y la de los traspasos. Pero su legado en el baloncesto español es inabarcable y se ha ganado el respeto de los jugadores y entrenadores de la competición norteamericana. Futuro incierto, pero deberes hechos y, sobre todo, conciencia tranquila. Casi nada.

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