NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

CLEVELAND CAVALIERS

El nuevo camino de Ricky Rubio

Comienza una nueva etapa para el base español tras la confirmación de la gravedad de su lesión. Cambia su estatus de cara al próximo mercado, su perspectiva con la Selección española...

El nuevo camino de Ricky Rubio
Petre ThomasUSA TODAY Sports

No hubo milagro. El principio de la navaja de Occam dice que la explicación más sencilla suele ser la más probable y, por desgracia, ese era el caso desde que Ricky Rubio cayó fulminado en el Smoothie King Center de Nueva Orleans, a falta de 140 segundos para el final de un partido ya maldito para el base español, un Pelicans-Cavaliers en el que había empezado a toda máquina (10 de los 15 primeros puntos de su equipo) y en el que llevaba 27 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias cuando se lesionó. Intentaba evitar el colapso de su equipo y la remontada de los Pelicans, cuando en una penetración se resbaló y cayó en la línea de tiros libres. Intentaba superar a Devonte’ Graham, que le hizo falta, y su rodilla se torció en un movimiento antinatural. Sus gestos de dolor fueron inmediatos. Se fue sin apoyar la rodilla, ayudado por sus compañeros. Y un veterano como Kevin Love compareció después, tras estar en el vestuario y ver a Ricky y al personal de los Cavs, absolutamente devastado.

Navaja de Occam, aunque quedaba una esperanza, casi un milagro pendiente de las pruebas en el Cleveland Clinic Sports Health Center. Pero la realidad era la que era, tozuda: rotura en el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. El peor presagio, también el más probable después de ver la jugada y todo lo que sucedió después. El 28 de diciembre, en Nueva Orleans, se abrió, en este caso por desgracia, un nuevo capítulo en la carrera de Ricky Rubio. Una que regresa al 9 de marzo de 2012, cuando sufrió la misma lesión en su temporada rookie. Jugaba en los Timberwolves, también al lado de Kevin Love (que ese día era baja), y defendía a Kobe Bryant en un partido contra los Lakers de Kobe… y Pau Gasol. Meses después, Pau estuvo en los Juegos de Londres pero Ricky no pudo. Aquella lesión le tuvo parado hasta el 15 de diciembre, cuando volvió a jugar con los Wolves. Más de nueve meses después de su último partido.

No hay muchos casos en la NBA de la misma lesión en el ligamento cruzado de la misma rodilla. La base de datos de Jeff Stotts, una de las fuentes de información más completas en lo que se refiere a lesiones en la NBA, solo recoge dos casos: Michael Redd y Jabari Parker. Ambos volvieron a jugar, ninguno de los dos en plenitud. Hay muchos más casos de la lesión en ambas rodillas, o de percances antes (instituto, College...) y durante la carrera profesional. Y, claro, también hay en el pasado otros jugadores que también tuvieron problemas terribles de rodillas. Es imposible no acordarse de Danny Manning, el número 1 de draft de 1988 y un prodigio que no pudo llegar hasta donde apuntaba pero que, al menos, ha sido el único capaz de retirarse jugando, en las pistas, después de tres operaciones de cruzado.

Ricky tiene 31 años y lo normal es que ya haya cumplido 32 (el 21 de octubre) la próxima vez que pise una cancha de baloncesto. Es un veterano en la NBA, en la que está en su undécima temporada, una Liga en la que amasa números que le sitúan entre los bases verdaderamente buenos de una competición que cumple ahora 75 años. Su carrera va más allá, claro, y se nos hace eterna porque debutó en la ACB sin cumplir 15 años (14, 11 meses, 24 días) el 15 de octubre de 2005. A los 17 era titular de una final olímpica, y no una cualquiera: aquel España-USA de Pekín que es para mucho el mejor partido de la historia del baloncesto FIBA. Con 20 había ganado Euroliga, Eurocup FIBA, ULEB, ACB, Copa y Supercopa. Y con 21 y 66 días debutó en la NBA con unos Wolves que le recibieron como a una estrella del rock.

Así que si algo no le falta a Ricky Rubio es perspectiva, visión. Y su primer mensaje después de conocer la gravedad de la lesión enlaza con Kobe Bryant, otro que dedicó su carrera a superar adversidades para seguir jugando, para seguir ganando: “Siempre hay que seguir adelante. Siempre. En algún momento, la tormenta acaba pasando”.

Un golpe tremendo para Cleveland Cavaliers

Esta lesión, justo ahora, es desde luego un golpe tremendo para Ricky. Para también para sus Cavs, el equipo en el que de forma básicamente imprevista había recuperado la sonrisa y la ilusión, donde estaba jugando a uno de los mejores niveles de toda su vida en la NBA. Para muchos, el mejor desde aquella temporada rookie que frenó la primera lesión de rodilla, en la que promedió más de 10 puntos y 8 asistencias por noche y acabó segundo en la votación de Novato del Año, por detrás de Kyrie Irving. Los Cavs eran su cuarto equipo en cuatro años (Jazz, Suns, Wolves, Cavaliers). Llegó a una franquicia en teoría bajo mínimos en el que era su tercer traspaso en nueve meses (de Phoenix a OKC, de allí de forma exprés a Minnesota y finalmente a Ohio). Descubrió el movimiento en Tokio, en los Juegos, y mostró públicamente su hartazgo con el sistema NBA, uno en el que llueven millones pero en el que cualquier día puede tocar hacer maletas. A veces para bien, otras para mal. Ricky, con un salario de 17,8 milones de dólares, cierra esta temporada el contrato de tres que firmó con Phoenix Suns en 2019 (51 millones en total). Y en verano, si no hay novedades, saldrá al mercado como agente libre. Así que, para muchos, Cleveland era un destino temporal, seguramente fugaz para Ricky: el mercado invernal olía a salida ya que, en teoría, él iba a estar por la labor y los Cavaliers no iban a arriesgarse a que se fuera en verano a cambio de nada. En teoría.

Pero la realidad ha sido otra muy distinta: el general manager Koby Altman y el entrenador, JB Bickerstaff, recibieron a Ricky con los brazos abiertos, le trataron como a un fichaje estratégico y le dieron galones de veterano, en el vestuario y en la pista, para ayudar a reconducir la situación de una franquicia que se buscaba a sí misma desde la segunda salida de LeBron, en el verano de 2018. Una que se ha convertido en la revelación de la temporada y en un equipo que iba directo hacia los playoffs del Este… al menos hasta que las desgracias le han golpeado por todos los flancos.

Los Cavs han encontrado su futuro en el base Darius Garland (21 años, número 5 del draft de 2019) y el pívot Evan Mobley (20, número 3 del último draft). Junto a ellos están funcionando otras apuestas jóvenes, sobre todo el pívot Jarrett Allen (23 años) pero también Lauri Markkanen (24) e Isaac Okoro (20, número 5 en 2020). Collin Sexton (22 años), primer proyecto de estrella que llegó tras la salida de LeBron, sufrió en noviembre una lesión de menisco que le dejó fuera para toda la temporada, pero es en todo caso un jugador menos estratégico que Garland y Mobley. Después la pandemia ha arreciado, como en muchas otras franquicias, y ahora los Cavs se quedan sin Ricky.

Es una baja sensible. Por su presencia como veterano estabilizador, el rol que comparte con Kevin Love, su viejo compañero en Minnesota y el único superviviente en Ohio del anillo de 2016. Un jugador, el ala-pívot californiano, que también ha resucitado esta temporada después de estar missing las dos últimas. Pero también, y esto es lo más importante, por su producción en pista. Ricky estaba promediando 13,1 puntos (idéntica cifra al techo de su carrera, en la temporada 2017-18 con los Jazz) y 6,6 asistencias. Jugaba casi 29 minutos por noche, normalmente como suplente pero como titular en cuanto era menester. De una forma u otra, jugaba mucho y estaba en pista en los minutos calientes. Generalmente al lado de Garland para dar cohesión y fluidez al tall ball, ese baloncesto grande y a contraestilo que estaba funcionando a Bickerstaff y que parece ir en contra de la actual NBA, con tres torres como Markkanen (2,11), Allen (2,08) y Mobley (2,11).

Ricky era le pegamento, la cohesión, el guardia de tráfico. Con él en pista, rellenando espacios y leyendo movimientos, Garland podía concentrarse en ser más agresivo como anotador, en hacer muy bien las cosas que se le dan mejor y olvidarse de las demás. El joven base, que apunta al All Star, va a echar mucho de menos a Ricky: los dos juntos en pista tenían un net rating de +16,1 en 512 minutos. Ninguna pareja en la NBA tenía un dato mejor de las que acumulan más de 500 minutos en pista.

Un verano de Eurobasket... y nuevo contrato

Así que Ricky, cuando se barruntaba incluso un posible regreso a Europa para la próxima temporada, había encontrado un hogar, un rol y un equipo: era feliz. La lesión es cruel, después de tanto traspaso y tanta sensación de inestabilidad. También si se piensa en la Selección, de la que Ricky Rubio ha sido el clarísimo líder en los dos últimos campeonatos, donde ha jugado el mejor baloncesto de su vida: el Mundial 2019, campeón y MVP, y los pasados Juegos de Tokio. Altman y Bickerstaff le dijeron que querían ver en los Cavs “al Ricky de la Selección española”, y seguramente no había, en ese momento, mensaje mejor para un jugador con dudas, el gesto comprensiblemente torcido. Tal y como habían ido las cosas, la rueda había girado y lo que parecía un paso corto por los Cavs olía a nuevo contrato. El equipo quería seguir contando con Ricky y el base tenían legítimos motivos para querer quedarse, a las órdenes de un Bickerstaff con el que se entiende de maravilla y con un núcleo joven que parece capaz de crecer hasta el nivel más alto de la NBA. En Cleveland, de hecho, hay voces que piden una renovación incluso después de la lesión. Quienes lo hacen, confían en que Ricky pueda volver y aportar en las mismas áreas en las que lo estaba haciendo.

Los analistas de los contratos valoraban su rendimiento de este curso en el estimado para un jugador con un salario de 19,8 millones de dólares, por encima de los 17,8 que percibe. Y las matemáticas hablaban de un nuevo contrato en verano de dos años y 41,5 millones. Un escenario fantástico para Ricky, si bien esas matemáticas no tienen por qué casar, en el mundo real, con la ley del mercado. Podría ser más dinero total con más años añadidos, podría ser menos hasta llegar al contrato de una solatemporada... No lo sabíamos antes de la lesión y no lo sabemos ahora, pero en la prensa de Cleveland sugieren que una oferta por dos años y unos 25 millones sería un buen movimiento para los Cavs, incluso después de esta grave lesión. Es una buena perspectiva inicial para Ricky, vayan como vayan las cosas.

Para la Selección española esta lesión es un varapalo también, justo cuando brotaba la esperanza de que Ricky liderara al equipo en el próximo Eurobasket 2022 (1-18 de septiembre). Su presencia, que tras los Juegos, parecía descartada, volvía a ser una opción, tal y como informó AS. Carlos Jiménez, nuevo team manager de la absoluta, contaba con hablar con él, como mínimo. En la FEB saben que Ricky es feliz con Sergio Scariolo, que le dio el mando del equipo y liberó su mejor versión, como él mismo reconoció: “Creo que fue el verano de 2019 en el que me consolidé como una gran estrella en la Selección después de años no a la sombra pero ayudando a otros jugadores a brillar individualmente". Incluso en los mejores plazos, esos nueve meses que estuvo de baja en 2012, el Eurobasket está fuera del radio de acción de Ricky, que seguramente tarde más que eso en volver a las pistas esta vez. La cuestión, en todo caso, es que lo haga, cuanto antes y sobre todo al maravilloso nivel en el que estaba antes de esa maldita noche en Nueva Orleans. La cuenta atrás ya ha empezado. Ya ha caído, ya se está levantando. Como siempre dice él mismo, never too high, never too low.