El Bilbao Basket tiene tan avanzada la plantilla de la próxima temporada que parece que da carpetazo a esta. Pero ni mucho menos. Llega a esta fase final sabiendo que el proyecto más actual aún tiene que colear mucho, que se le va a dar continuidad y que anda con ganas de plantar batalla a los cinco rivales de su grupo.
Cuando irrumpió el parón por el coronavirus, el cuadro vizcaíno volaba como revelación de la ACB. Todas las piezas encajaban. Se lesionó Brown y las sensaciones seguían intactas. Se había vendido a Bouteille al Unicaja por una buena suma y tampoco se resquebrajaron las ilusiones. Se subieron Haws y Serron a un tren en marcha a toda velocidad y encajaron bien. Pero llegó la pandemia y con ella las incógnitas. Haws entró en pánico y se fue a su país de forma unilateral. El equipo mantuvo la forma con contacto colectivo a través de un ordenador y su preparador físico, Roberto Molina 'Pitu'. Y ahora se ve con ganas de completar un año en el que ha batido casi todos los récords de un recién ascendido. No ha habido recortes y el club se ha permitido el lujo de asegurar su vuelta a Europa, con el concurso en la Champions la campaña venidera.
Estos cinco partidos servirán de despedida para Schreiner, uno de los héroes del ascenso, Sergio Rodríguez, Cruz y Rafa Martínez, que ya ha avanzado que ve "muy difícil" otro baile en Miribilla y si el cuerpo se lo demanda, podría buscar el cierre del círculo en Manresa. Llegan Hakanson, Álex Reyes y Dos Anjos. Falta un tres anotador para cerrar el grupo en la 2020-21. Será el polaco Zyskowski. La baja de Brown, operado en el quinto metatarsiano del pie derecho, y la seria duda de Kulboka, por molestias en una rodilla, esculpen una plantilla corta, pero Mumbrú es tan competitivo como cuando vestía de corto y promete dar guerra. El escolta norteamericano renovó antes de empezar la fase final y su sociedad con Lammers consolida la pareja más duradera de norteamericanos en la historia del baloncesto vizcaíno (los portentosos Kopicki y Lockhart estuvieron dos campañas con el Caja Bilbao).
Balvin llegó a Miribilla el verano pasado con ganas de reivindicarse. Su paso por el Granca fue poco afortunado y quería volver a ser el cinco dominante que sorprendió en Sevilla. Es el jugador franquicia, el que más cobra, y en algunos partidos se ha echado en falta más personalidad y protagonismo. Acaba de renovar, está a gusto y su enorme presencia en la pintura será crucial en una fase tan concentrada como esta en Valencia. "Me lo estoy pasando bien en Miribilla", proclama con melena color ceniza al viento y ese acento medio checo medio andaluz. Se le nota, desde luego.