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Noticia histórica en la NBA: LeBron James jugará en Lakers


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A eso de las 2:19 de la mañana en España (20:19 en la Costa Este, 17:19 en L.A.) el mapa de la NBA se transformó completamente. La historia de la liga, de hecho, abría un capítulo nuevo con la unión de uno de los mejores de siempre, LeBron James, con uno de sus grandes bastiones, Los Angeles Lakers. Lo anunció el periodista Adrian Wojnarowski, cómo no, al que había informado Klutch Sports Group, la agencia de un LeBron que acababa de hablar con el general manager de los Cavaliers, Koby Altman justo después de que otra llamada hubiera confirmado la noticia en las oficinas de los Lakers.

LeBron firmará por cuatro años y 154 millones, el máximo que le podía ofrecer la franquicia californiana, y con una player option para la cuarta temporada. Así que ni siquiera quedan abiertas cuestiones para el futuro a corto y medio plazo. LeBron ha decidido, así lo había advertido, por razones deportivas pero también familiares: tiene negocios en Hollywood, su mujer veía con muy buenos ojos la mudanza y su hijo Bronny seguirá su prometedora carrera en el baloncesto en la Costa Oeste. En lo deportivo, este vínculo demuestra que ambas partes se plantean un proyecto con el tiempo suficiente para que su construcción sea sólida. Los Lakers siguen queriendo a Kawhi Leonard, pero sin urgencias (ahora menos, claro). En los siguientes minutos al gran anuncio se confirmó el regreso de Kentavious Caldwell-Pope y la llegada de JaVale McGee y Lance Stephenson, uno de los grandes incordios en pista para LeBron en los últimos años. Y, mientras no se plantee otro gran traspaso (y a falta de saber qué pasa con Julius Randle, que es agente libre restringido), sigue la excelente base joven que han ido amasando los angelinos: Lonzo Ball, Brandon Ingram, Josh Hart, Kyle Kuzma, el recién llegado Mo Wagner...

El último intento de los Sixers

En las últimas horas y después del no de Paul George, que ni se sentó con los Lakers antes de retomar su vínculo con los Thunder, los Sixers aparecían como una opción muy real para LeBron: sus agentes se reunieron ayer mismo con una franquicia que le vendió su inmenso futuro (Ben Simmons, Joel Embiid...) y la posibilidad, también, de hacerse con Kawhi Leonard, la gran incógnita ahora del mercado dada la tozudez con la que ha decidido salir de San Antonio Spurs. Pero, según la periodista Ramona Shelbourne, LeBron había decidido (definitivamente) después de reunirse con Magic Johnson durante la noche del sábado. Mientras el resto del personal se reunía en las oficinas del equipo, Magic se fue a casa de LeBron y ahí ambos encontraron la química que necesitaba sentir para dar el paso este último, que no ha anunciado si seguirá con el 23 o volverá al 6 que usó en Miami Heat, donde el 23 está retirado de forma simbólica a Michael Jordan, decisión en su día polémica de Pat Riley porque His Airness no jugó en la franquicia de Florida.

Esta vez no habrá grandes anuncios ni presentaciones espectaculares. LeBron, que cumplirá 34 años en diciembre, toma un camino muy distinto al de 2010, cuando un circo mediático siguió su marcha a Miami en su primera salida de Cleveland (la archiodiada 'The Decision'), ciudad natal a la que volvió en 2014 para dar a los Cavs el primer título de su historia (2016). Allí, en Ohio, nadie se acostó esta vez en pie de guerra. Los últimos cuatro años han cicatrizado la herida en lo deportivo. Y la enorme labor social de LeBron hace que sea alguien tan importante para su comunidad que todo lo demás resulta en realidad secundario: LeBron se va de los Cavaliers, no de Ohio.

Los Lakers vuelven al gran escenario

Para los Lakers, claro, esto es un golpe de efecto monumental, su mayor pieza en la agencia libre desde Shaquille O’Neal (1996), la vuelta a la relevancia. No se trata de competir con los Warriors en el corto plazo, lo que ahora mismo parece un objetivo lejanísimo, sino de recuperar las credenciales, el glamour, la mística. Después de años en los que los agentes libres ni se ponían al teléfono, LeBron apuesta por la franquicia amarilla y morada y envía así un mensaje a una nueva generación de jugadores. Uno que podría haberse perdido este verano: los Lakers siguen ahí. Para eso Jeanie Buss, la heredera del mítico Jerry, el visionario que construyó el Showtime y maridó a los Lakers con Hollywood para siempre, dio un golpe de estado en la franquicia en febrero de 2017. Se deshizo de su hermano Jim y del general manager y puso a los mandos de la nave a Magic Johnson y el general manager Rob Pelinka.

Los encargados de salvar de sí misma a una franquicia en la peor crisis de su historia (sin identidad, sin resultados, sin playoffs desde 2013). Desde entonces, todos los pasos que han dado han parecido en la dirección correcta. Y este es el mayor de todos, pase lo que pase a partir de ahora: LeBron James jugará en el equipo de Magic, Kareem Abdul-Jabbar, Shaquille O’Neal, Kobe Bryant, Wilt Chamberlain, Jerry West, Elgin Baylor... Una unión que cambia el mapa de la liga para las próximas temporadas y seguramente su historia para siempre. Comienza una era. En Los Angeles, en los Lakers, en la extraordinaria carrera de LeBron... y en toda la NBA.