NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Vinicius ha desencadenado una catarsis

Actualizado a

Feliz coincidencia: nada más armarse la que se ha armado, han sido detenidos (a las 7 de la mañana de ayer) los responsables del muñeco de Vinicius colgado en un puente de la M-11, cuatro jóvenes, tres de ellos miembros del Frente Atlético. Los hechos datan de enero, así que es difícil no relacionar estas bruscas detenciones con la situación de máxima alarma que por fin se ha producido en materia de racismo. En su conferencia de prensa de ayer, Ancelotti dijo que España no es racista, pero que hay racistas, que abundan en los campos de fútbol y que las autoridades no han tomado conciencia real de lo que está sucediendo. Y tiene razón. Y ya era hora.

Anteanoche, en la COPE, el embajador de Brasil explicó algo impresionante: le llegaron en febrero las imágenes de una aficionada del Joventut de Badalona que desde la primera fila gritaba: “¡Mono!”, a muy poca distancia, con las manos envolviendo la boca en busca de efecto megáfono, al brasileño Yago dos Santos, del Ratiopharm Ulm. El propio embajador consiguió la identificación de aquella mujer, cuyos vecinos de asiento la escuchaban divertidos, y la hizo llegar a las autoridades. No ha tenido consecuencia alguna. Este no será un país racista, como protestan a coro las autoridades, pero no importuna a los que tiene en su seno.

Bueno, bienvenida sea la reacción del Valencia si culmina, como esperamos, con la expulsión severa de los culpables y las sanciones penales oportunas; bienvenida sea la brusca reacción de la policía madrileña, que en pocas horas ha resuelto un tema meses empantanado; bienvenida sea, espero, la reacción que auguro en Badalona, ahora que el embajador de Brasil ha hecho público aquel oprobio. Bienvenida sea esta catarsis que ha desencadenado Vinicius con su coraje incombustible y bienvenidos sean todos los gestos de apoyo al jugador salvo esa decisión del Comité de exonerarle del cachete, que deja para la calle la impresión de que Florentino tiene a Rubiales cogido de la oreja.