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Valverde exige al Athletic y Kang-in Lee ya es fiable

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Buen equipo, buen entrenador

El tiempo te da perspectiva, hace valorar lo que ya no se tiene y realza lo bueno de épocas pasadas. Si han debido de pasar dos años y medio para que a Valverde se le reconozca el prestigio que merece como entrenador, algo al menos se habrá hecho bien. El trato injusto que se le dio en el Barcelona ha quedado atrás y su regreso al Athletic presenta un horizonte ilusionante. Las buenas maneras contra el Mallorca, no refrendadas a causa de Rajkovic, tuvieron continuidad ante un Valencia también notable en un partido de poder a poder. En buena medida, Valverde tiene muy clara su propuesta con el 1-4-3-3, alimentada por una medular de corte creativo (Vesga, Sancet y Muniain) y futbolistas que tan bien atacan la profundidad y entienden el juego exterior. Eso con balón, porque sin él mismo el Athletic muerde con la intensidad y coordinación adecuadas. Entre los dos partidos suma 14 recuperaciones en zonas muy avanzadas, y de una pérdida de Carlos Soler obró el primer triunfo de la temporada. Si el Athletic preserva este buen inicio, el crédito de Valverde no se verá arañado. Con Europa al fondo como objetivo principal.

El impulso

Hay temporadas que se revelan como trascendentales en la progresión de un jugador. A Kang-in Lee (21 años) se le aguarda con tanto entusiasmo que su actuación ante el Betis resultó alentadora. Ni la derrota del Mallorca, no del todo justa, restaña la portentosa credibilidad del mensaje que lanzó el coreano. Existe un gran jugador en su figura y parece que por fin empieza a brotar de verdad. Kang-in Lee jugó con naturalidad, se movió con filo entre líneas y manejó los ataques y transiciones del conjunto de Javier Aguirre. Cada contacto suyo con la pelota —57 toques, tres pases clave, dos grandes oportunidades creadas y seis regates completados— significó mejorar todas las acciones. El centro a Muriqi en el 1-1 y el excelso remate de falta que solo el larguero evitó que fuera gol ratificaron su productividad. Kang-in Lee ya no solo es ese futbolista aparente; ahora está en otra fase de su carrera.

Hijo tardío del talento

Al contrario que Kang-in Lee, llamado desde pequeño a estar en la élite, hay otros jugadores que sudan su llegada. Es el caso de Álvaro Aguado. A sus 26 años, el jugador del Valladolid ha arrancado el curso de su estreno en Primera con el desparpajo y la madurez que requiere la ocasión. Es un centrocampista de calidad, que no tiene miedo al error y de una constitución atlética más que interesante a la que hay que añadir su pose noventera con las medias bajas. Contra todo un Sevilla ofició con atrevimiento, organizó las salidas en transición del Valladolid y asomó en zonas de finalización. Su traslado del balón es maravilloso —15 conducciones de promedio cada 90 minutos—, de ahí, entre otras cosas, que la confianza de Pacheta en él no hace más que subir enteros.

Vale para todo

El idilio del Rayo con Barcelona en este comienzo se personifica en Pathe Ciss (28 años). A su partidazo en el Camp Nou incorporó otra noche magnífica contra el Espanyol donde fue centrocampista (como es habitual), defensa y hasta marcó un gol con el olfato de los buenos delanteros. La expulsión de Lejeune retrasó su posición. Que Iraola decidiera no hacer ningún cambio y se encomendara a Ciss como central resume la estima que le tiene. Pese a alguna incorrección por tomar demasiados riesgos en un par de salidas y en alguna marca defensiva, como el remate final al palo de Puado, el senegalés cumplió con rigor y precisión. Sus números están ahí: 89% de pases exitosos, seis pases en largo acertados, siete despejes, cuatro recuperaciones... El Rayo y Ciss caminan firmes.