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No estoy preparado mentalmente para tener que soportar a Gavi durante las próximas 17 temporadas. O las siguientes 23. Yo qué sé. Es bueno, es joven, es pesado, es del Barça y lleva siempre los cordones desatados. Me produce ansiedad ya solo verle. No creo merecerme esto.

El Barça se suponía que tenía que pasar su travesía por el desierto. Era lo que tocaba. La vida son ciclos. Después de Xavi, Iniesta y Busquets, y tras el adiós de Messi, lo suyo era que hubiesen tardado unas cuantas temporadas, una década, en dar con unos sustitutos adecuados. Que no fuera una cosa tan inmediata. No es ni serio encima que se llamen Pedri y Gavi.

Gavi es un intenso. Un motivado. Un picado. Es capaz de robarte un balón, de chocar contra dos rivales, de protestar al árbitro y de dar un pase de gol todo al mismo tiempo. Es insoportable. Seguro que es una de esas personas que te dicen que se levantan sin necesidad del despertador.

Solo puedo disfrutar de él, y no sin una ligera punzada de culpabilidad, durante las ventanas de la Selección. Y luego va Luis Enrique y me lo cambia en el minuto 60 contra Marruecos. Es imposible que esta relación funcione así.

Gavi es el sonido Marimba hecho futbolista. Es la aspiradora una mañana de resaca. Es una gaviota robándote el pez cuando estás recogiendo el sedal. Es el rayo que no cesa. Es una vuvuzela en el funeral de tu abuela. Es Steve Urkel irrumpiendo en el hogar de los Winslow cuando Carl lee el periódico en paz.

Si Winston Churchill decía que la democracia es que llamen a tu casa a las 6 de la mañana y que sepas que es el lechero, Gavi es el que te deja el tetrabrik vacío dentro del frigorífico. Ese es Gavi.

Es como un meme que no entiendes y que sabes que te vas a tener que tragar durante el próximo lustro. Como la gente que ahora te dice ‘hermano’. Algo que ha dejado de ser irónico para pasar a ser solo irritante.

Así es Gavi. Ahora va a llevar el dorsal número 6. Porque resulta que no era ni jugador del primer equipo todavía. Es decir, que realmente ni siquiera había empezado oficialmente su etapa en el Barça (se quita las gafas, se aprieta el puente de la nariz, abatido, agotado).

Gavi es muy bueno. Y yo elegí un mal día para dejar de oler pegamento.