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La ley del más fuerte en el Jumbo

En el último gran premio de Fórmula 1 vimos a Carlos Sainz y Charles Leclerc pelear por el podio de Monza con el permiso de los responsables técnicos de Ferrari. En las disciplinas de motor existen las órdenes de equipo, pero muchas veces se concede libertad para que los pilotos luchen entre sí. Algo parecido sucede estos días en La Vuelta con los corredores del Jumbo, pero en el mundo del ciclismo extraña más, porque no es un comportamiento corriente en este deporte. El propio líder, Sepp Kuss, explicó este miércoles públicamente que los tres compañeros habían hablado entre sí para decidir que ganará “el más fuerte”, siempre que sus movimientos en competición no favorezcan a otros rivales en perjuicio del equipo. Así que Primoz Roglic, que atacó en el Angliru, y Jonas Vingegaard, que lo hizo el martes en Bejes, tienen luz verde para combatir por sus intereses y para dejar desprotegido al maillot rojo.

Hay otro dato que hace más excepcional todavía el pleito, porque se dirime entre tres aspirantes, en lugar de dos. Estos pulsos internos han sucedido a menudo: entre Hinault y LeMond, entre Olano y Chava, entre Froome y Wiggins… Pero nunca entre tres. Y, posiblemente, nunca con una superioridad tan grande sobre el resto de rivales. La situación, y la forma de resolverla, no es habitual en el ciclismo, lo que conlleva no pocas críticas entre los clásicos que sostienen que el maillot o el liderazgo del equipo son sagrados. En esa visión también influye que Kuss gusta mucho a la afición, por su simpatía y porque es el más débil de la ecuación. Pero la solución del Jumbo de aplicar la ley del más fuerte es coherente. Aunque rara. Todos tienen motivos para reivindicar el éxito. Roglic, porque es triple campeón de La Vuelta. Vingegaard, porque busca el doblete Tour-Vuelta. Y Kuss, porque ha trabajado tanto para otros, que se ha ganado su porción de gloria. Pero sólo ganará uno.