La función en la que todo sale mal
En ‘La función que sale mal’, estupenda, todo sale mal. Pero el público sale del teatro riendo. Dudo que muchos lo hicieran ayer.


Es una pena que la competición de todos esté sacudida por unos pocos. Por una guerra donde todos son culpables. Por el qué y por el cómo. Sobre todo por el cómo. Porque es lícito que el colectivo arbitral quiera defenderse ante el continuo flujo que llega desde Real Madrid TV. La libertad de expresión tan utilizada estos días. Pero no era ni el momento ni el lugar. Dio la sensación de ser un plan diseñado por el CTA para poner en valor al colectivo. Pero terminó avivando las sospechas. ¿Cómo digerirá cada afición cada jugada gris de la final tras lo de ayer? Pues eso.
La gota que colma el vaso. Porque González Fuertes lo desbordó. Las lágrimas de De Burgos deberían haber sido el highlight y fueron lo secundario. Ese sí hubiera sido el mensaje. Pero no lo fue. Y el Madrid respondió. Un órdago a medias. Porque la RFEF no tiró sus cartas. Lógico, el precedente a crear hubiera sido peligroso. Y en medio del runrún llegó la noticia. Que no la sorpresa. Habrá partido. El resumen, los jugadores, y sobre todo los aficionados, vivieron unas horas previas plenas de incertidumbre.
El peor caldo de cultivo para una final. Encima, un Clásico. Una decisión del Madrid que puede afectar al Madrid. Y veremos si afecta, como se presupone la intención, a la línea de flotación del CTA. En ‘La función que sale mal’, estupenda, todo sale mal. Pero el público sale del teatro riendo. Dudo que muchos lo hicieran ayer.
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