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Jugar como un grande para ser grande

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La temporada se promete fantástica en el Girona. No solo por los resultados, que acompañan y justifican su proyecto con un coliderato actual reivindicativo, sino por el fútbol que predica. Desde que está Míchel, un entrenador que pertenece por derecho propio a la terna de ilustres innovadores de los banquillos, se ha autoimpuesto jugar como un equipo grande para ser grande. Importa más el camino que la misma meta. A un proyecto regado con el potencial de la multipropiedad del Manchester City, se añade la filosofía desacomplejada de su técnico y la apuesta por el talento y la creatividad. La alineación del Girona lo anuncia cada jornada y sus méritos se agrandan al mismo tiempo. Así se ratificó contra el Mallorca después de una actuación soberbia que expresó su nivel técnico y táctico. Míchel quiso generar por dentro para después desequilibrar por fuera y tomar el área reuniendo jugadores en la misma. A través de los pases rompelíneas de Eric Garcia o Blind o de la jefatura de Aleix García en el pivote (91 entregas con un 96% de precisión) se posicionó el Girona en campo rival para desarmar el 1-5-4-1 de Javier Aguirre. Después aparecieron Yangel, Ivan Martín y Dovbyk en el interior y desbordaron Tsygankov y Savinho. El Girona tocó la perfección en la construcción con un mensaje futbolístico tan potente como atractivo. Su forma de jugar es una bendición para LaLiga.

Más espectáculo, más goles

El fútbol español celebra la presencia del Girona y el efecto de la misma se comprueba en las cifras goleadoras generales de este principio curso. Por fin parece remitir definitivamente la insuficiencia realizadora, disparándose el promedio por partido, que alcanza los 2,93 goles. Solo en el balance final de la 2016-17, todavía con Messi y Cristiano condicionando la estadística global, se presentó un mejor dato. Esta jornada, sin ir más lejos, se han visto 35 tantos, los mismos que en la tercera fecha de la competición. Se observa, por lo tanto, una regularidad que aumenta el espectáculo de LaLiga y la acerca a la Premier y Bundesliga en este aspecto. Se necesitaba como el comer el renacimiento goleador que alumbra a la competición.

Se le espera

Las cifras podrían ser todavía mejor si el rendimiento de algunas figuras fuese acorde a la calidad que verdaderamente tienen. Pasa en el Rayo Vallecano con Raúl de Tomás (28 años), sobre el que se ha establecido una nebulosa que le llena de dudas en cada encuentro. Decía Francisco en la previa del Villarreal que no estaba preocupado por la falta de gol de su delantero, pero el principal problema es que su aportación también dista de lo que puede ofrecer por cualidades. Ni es conductor arriba ni finalizador (solo un remate y dos toques en el área por choque). Frente a los de Pacheta se le vio negado y apenas sumó 13 intervenciones en 60 minutos. En contraste, Camello protagonizó las mismas en 30 minutos menos. Y su desapego en la presión facilitó la salida desde atrás amarilla con los centrales y Parejo al frente de las operaciones. Desde su regreso al Rayo, De Tomás no es el que era. De poder haber jugado un Mundial a ser una sombra de sí mismo.