Huijsen es jugar con ventaja
España tiene plan, intérpretes y ángel. Sin ser otra vez la mejor de sus actuaciones, alzada en los penaltis frente a una Holanda con recursos y tesón, volvió a salir exitosa en un trance que jaleó sus virtudes y debilidades, pero que por encima de todo expuso sobremanera la ambición y la rebeldía juvenil de un grupo con carácter ganador. En esa personalidad arrolladora se sustentó su triunfo, después de un partido de altos y bajos, bien gobernado en el primer tiempo y equívoco después hasta que en la prórroga recuperó parte de sus constantes vitales. Que España tiene un filón en las transiciones con Lamine y Nico no le debe hacer olvidar que es mejor vivir con el balón. Pedri se lo recordó y Lamine dejó patente que es un futbolista hecho para la leyenda aunque luego errara su penalti. Nada que tirara a esta España, a la que todo le sale con De la Fuente en el banquillo. Está bendita.
En el inicio, la Selección aprendió la lección de Róterdam, se hizo fuerte en defensa y se comportó como una sola unidad para hacer pensar que Holanda era menos de lo que realmente es. En la primera parte, no hubo rastro de las facilidades que concedió a los de Koeman en el anterior partido, gracias a una mejora táctica evidente. Con un 1-4-4-2 coordinado, se era agresivo de primeras y se replegaba en un bloque medio cuando Holanda era capaz de escudarse en el balón durante los primeros pases. La clave fue que a De Jong le tocó recibir entre centrales en lugar de a la espalda de Olmo y Oyarzabal. A Reijnders apenas se le vio por la estrechez de las líneas de España, que impidió la progresión interior de los de Koeman. Con ese aplomo colectivo, también medraron las respuestas individuales. Cucurella sujetó a Frimpong y Zubimendi y Fabián fueron una ayuda incesante para los centrales. España preservó el fuerte al controlar las llegadas desde segunda línea de Holanda.
Todo se desvaneció tras el descanso. España se abocó a un ida y vuelta que le desordenó en exceso. De la Fuente lo quiso así, o eso pareció, para golpear en el contraataque con las balas de Lamine y Nico y la movilidad permanente de Oyarzabal, pero jugar a la ruleta rusa no conviene nunca. La Selección se precipitó y perdió la compostura defensiva. Holanda recogió el guante, con De Jong y Reijnders más sueltos y activos Gakpo, Kluivert y Memphis. Cuando entraron Simons, Lang y Malen, también crearon problemas. El encuentro se movió hacia el error o el acierto, según se mire, sin que nadie controlara la escena. Pese a las manos de Unai Simón, decisivo como tantas veces también después en la tanda fatídica de penaltis, Holanda equilibró la contienda hasta en tres ocasiones. También lo logró en la prórroga cuando España ya le había cogido el pulso al encuentro otra vez a partir de la entrada de Pedri. Aunque otra vez se desenvolvió en un escalón por arriba de lo que lo hace en el Barça, devolvió a España a su esencia.
Huijsen es otra figura que remite a la idea primigenia de la Selección. Después de la grata impresión que oficializó en su estreno, cuando no era nada sencillo sacar nota por las circunstancias, el central se atrevió incluso a mejorar sus prestaciones. Fue siempre una ventaja para la Selección, en todas las fases del juego. En el área y en la anticipación no vaciló, además de mostrar sus cualidades para defender a campo abierto. Y con el balón su aportación estuvo fuera de concurso. Rompió líneas con pases maravillosos a la espalda de la zaga de Koeman como el del gol de Lamine, salió en conducción cuando la ocasión lo precisaba y ofreció cambios de juego para dar amplitud. Queda acreditado así que Huijsen es otro futbolista de categoría mayor para una España ligada a la gloria. La fuerza del talento siempre se abre paso.
Anticipación, valentía y visión
Huijsen corta un pase en el área propia, sale de zona y recibe en tres cuartos para demostrar su criterio. La entrega con la que dejó solo a Nico Williams resultó una delicia impropia de un central.
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