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El Tour menos español

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El día después de la conclusión del Tour siempre es un día extraño, inundado por un enorme sentimiento de vacío. Esas sensaciones crecen tras esta edición de 2022, que pasará a la historia como una de las mejores, al menos de los últimos tiempos. Hay que transportarse como poco a los años 80 para encontrar un espectáculo tan continuado como esta vez. El previsible paseo de Tadej Pogacar, que venía de ganar los dos años anteriores, se transformó en un duelo sin tregua contra el desafiante Jonas Vingegaard y su potente Jumbo, con animadores paralelos como Wout van Aert, que ha abierto el debate sobre si podría ganar un Tour en el futuro. La carrera ha sido trepidante, hasta el punto de batir el récord medio de velocidad con 42,026 km/h. Y deja muchas ganas de que llegue la de 2023.

El ciclismo español, que atraviesa un momento crítico, ha colaborado poco en esa plenitud. España ya arrancó con su menor participación desde 1972, con nueve ciclistas de los que han acabado cinco. No ha habido triunfos, una esterilidad que se alarga desde 2018, con cuatro ediciones completas sin mojar. El primer clasificado fue Luis León Sánchez, de 38 años, que acabó 14º. Es la primera vez sin un top-10 desde 1998, aunque entonces no terminó ninguno, todos huyeron del ‘caso Festina’. El precedente más apropiado hay buscarlo en 1981, con Alberto Fernández en el puesto 21º. Son retrocesos de 50 y 40 años. Una barbaridad. Es verdad que la globalización diversifica la gloria. De hecho, Italia también se ha ido sin top-10 y sin etapa. Pero la crisis es más profunda. Hay pocos equipos. Y el único WorldTour, el Movistar, ha visto envejecer a Alejandro Valverde sin atinar con la sucesión. Las perlas, como Carlos Rodríguez y Juan Ayuso, emigran al extranjero, donde topan con más competencia. La sequía no es solo estadística. El presente es negro. Y el futuro está por escribirse.