Cartagena somete al poder
El Jimbee Cartagena remató el pasado domingo su asalto al poder para proclamarse campeón de la Primera División de fútbol sala. Fue un título muy especial, por muchas razones. Porque era su primer trofeo en la historia de la Liga. Lo más cercano había sido su subcampeonato en 2006. Porque lo logró ante su eterno rival regional, ElPozo Murcia, que prolonga su maldición con 22 finales perdidas en 14 años. Porque lo hizo con Duda en el banquillo, precisamente el entrenador leyenda del Murcia en su etapa más gloriosa. Porque rompió una racha de 13 años de los dos clubes más laureados: siete para el Barça, entre ellos los tres últimos, y seis para el Inter. Porque ratificó la igualdad de la competición española, que ha deparado cuatro campeones diferentes en cinco torneos. De hecho, el único que ha repetido ha sido él mismo: Liga y Supercopa. La Copa de España se la llevó el Barcelona; la Copa del Rey, el Betis, que paradójicamente también ha descendido; y la Champions, la joya de la corona, el Palma, rey de Europa dos veces seguidas. Porque accedió al trofeo después de haber terminado quinto en la fase regular. Y porque eliminó en el camino de los playoffs a tres campeones: el Movistar Inter, en cuartos; el Barça, en semifinales, y ElPozo, en la final.
Se mire por donde se mire, el Cartagena tiene un mérito enorme, pero lo más relevante, por encima de esta cascada de datos, es que ha coronado una manera de trabajar que se impone últimamente en el fútbol sala español, de la que también son ejemplos representativos el Palma, el Jaén y el Valdepeñas, capaces de hacer frente a la chequera de poderosas entidades como el FC Barcelona. Esta temporada se llegó a los cruces con la sensación de que cualquiera de los ocho equipos clasificados podían alzar el título. Y así fue. El Cartagena sometió al poder.