Cinco años después del Barçagate
El caso desvelado por SER Catalunya, que aún sigue en instrucción, precipitó la dimisión de Josep Maria Bartomeu, que dio el visto bueno a la contratación de una empresa, I3, que mejoraba en redes sociales la reputación de la directiva y erosionaba la de leyendas como Messi o Guardiola.


El próximo lunes, 17 de febrero, se cumplen cinco años de la explosión del Barçagate (o Bartogate, según preferencias en la denominación), el caso que, ocho meses y diez días después, precipitó la dimisión del entonces presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, y toda su Junta directiva; y que todavía hoy continúa en fase de instrucción (faltan aún las declaraciones de los investigados), sin conclusiones definitivas en un proceso que se alarga de manera casi eterna en el tiempo. Aquel 17 de febrero de 2020, el programa Què T’hi Jugues, de SER Catalunya, dirigido por el periodista Sique Rodríguez, desveló a través de una investigación de dos de sus redactores, Adrià Soldevilla y Sergi Escudero, que el club había contratado una empresa, I3 Ventures, con el objetivo, por un lado, de mejorar la reputación de la directiva presidida por Bartomeu. Y, por otro, erosionar la imagen de leyendas del club como Messi, Xavi, Piqué o Guardiola; y de potenciales rivales electorales como Joan Laporta y Víctor Font; o del universo de la comunicación, como Jaume Roures. Existió hasta una lista negra de periodistas.
El ‘arquitecto’ de la operación fue Jaume Masferrer, asesor del presidente Bartomeu, que hizo en Argentina el contacto con I3 Ventures, empresa que a su vez era propiedad de Nicestream. El Barça pagó cerca de un millón de euros en contratos troceados para ‘saltarse’ los filtros del departamento de integridad del club, que sólo vigilaba los contratos superiores a 200.000 euros. El modus operandi tenía un cariz claramente cutre. Las seis cuentas de Facebook que gestionaba I3 Ventures respondían a los nombres de Més que un club (66.000 seguidores), Respeto y Deporte (56.000), Alter Sports (27.000), Sport Leaks (21.000), Justicia y Diálogo en el Deporte (8.500); y Jaume, un film de terror (5.000).
Para entender mejor la dimensión que fue adquiriendo el Barçagate, es necesario conocer el contexto en el que se desarrolló, justo antes de la irrupción de la pandemia del Covid-19 y el posterior confinamiento. Bartomeu intentó apagar el incendio con un comportamiento muy básico. ‘Suspendió’ de empleo y sueldo al arquitecto Masferrer, fue al vestuario a explicarle a los jugadores la situación, canceló el contrato con Nicestream y encargó una auditoría a Price Waterhouse para aparentar transparencia. Pero el caso se le empezó a ir de las manos cuando seis directivos, entre ellos Emili Rousaud y Maria Teixidor, presentaron su renuncia por el caso; y, sobre todo, cuando Alejandra Gil, titular del Juzgado número 13 de Barcelona (la misma que lleva el caso Negreira), admitió a trámite la denuncia de Dignitat Blaugrana. Aunque la Auditoría eximía de responsabilidad a Bartomeu, que despidió a la responsable del control interno del club, Noelia Romero, el presidente ya estaba muy tocado. Su imagen sufrió un golpe casi definitivo cuando los Mossos d’Escuadra se personaron en el Camp Nou el 5 de julio para solicitar toda la documentación del caso.
Más contexto. En agosto de ese año, el Barça perdió 2-8 en Lisboa contra el Bayern. Poco después, Messi mandó el famoso burofax en el que daba por cerrada su etapa en el club azulgrana. Un socio, Jordi Farré, que posteriormente se hizo tristemente famoso por ser el precandidato a las elecciones de 2021 que destruía las supuestas firmas que había conseguido, activó el proceso del voto de censura, que siguió adelante y reunió 19.380 firmas válidas, casi tres mil de las necesarias. Al mismo tiempo, la jueza Alejandra Gil aseguraba que había indicios de delito por una supuesta administración desleal en la contratación de I3 Ventures. Bartomeu intentó evitar que se votase por razones sanitarias, pero la Generalitat se negó. Jaque mate para Bartomeu, que dimitió el 27 de octubre de 2020.
Desde entonces, el Barçagate ha seguido su curso, pero de manera más lenta. El 1 de marzo de 2021, los Mossos se personaron en las oficinas del club azulgrana para realizar registros y detuvieron a Josep Maria Bartomeu. También al CEO del club, Òscar Grau, al responsable de los servicios jurídicos, Román Gómez Ponti; y al entonces director del área de presidencia, Jaume Masferrer. Los cuatro siguen investigados. Según los Mossos, el perjuicio causado al club estaría entre 843.000 y 1,2 millones de euros; y se habrían cometido los delitos de administración desleal y corrupción entre particulares. En el caso se han ido salpicando querellas paralelas al mismo. Jaume Roures presentó una criminal contra Bartomeu por injurias y calumnias, que fue archivada en junio de 2024. aunque cabía recurso. El Barçagate, cinco años después, continúa en instrucción a la espera aún de la declaración de los investigados y en medio de un hartazgo general. Pero sus consecuencias para la realidad del club fueron mucho más rápidas y cambiaron el rumbo del Barça en apenas siete meses. Ahora, se trata de seguir escarbando para intentar conseguir la verdad del caso.
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