El gran teatro de la Copa

Las salas de cine lucen casi vacías, el teatro es minoritario, pero seguimos fieles al fútbol. Borges, que amaba la cultura anglosajona, culpaba a los ingleses de haber inventado un juego "estúpido". No supo comprender que la gente podía experimentar en un partido los mismos asuntos humanos, los mismos temas inmortales que él encontraba condensados en los dramas de Shakespeare o las películas de John Ford.

Tras algunos partidos de la segunda ronda de la Copa del Rey, un anciano que toma café a mi lado, mientras yo ojeo el periódico, me pregunta: ¿Ha caído algún equipo de Primera? Djokovic siempre gana al número 100 de la ATP. El tenis escenifica lo que comprobamos en la vida real: el pez gordo se come al chico. Pero en el fútbol, a veces David golpea certeramente, vence a Goliat y se hace patente en la tierra que "los últimos serán los primeros".

Alegría del Alcoyano por su pase a la siguiente ronda.FITO GONZALEZDIARIO AS

La vida es normalmente anodina y previsible, pero el fútbol nos depara sorpresas increíbles. El Linares elimina al Alavés; el Alcoyano, al Levante. En ningún otro deporte, el azar juega un papel tan determinante: el equipo poderoso puede estrellar tres tiros en el poste y el débil meter un gol de rebote. Entonces nos convencemos de que la suerte existe: ¿Por qué no? ¡Tal vez me toque la lotería este año!

La Copa nos permite concebir que, a diferencia de la implacable tozudez de los hechos en la vida corriente, en el terreno de juego cualquier cosa es posible. Se puede perder el partido, pero no la esperanza, al menos no hasta el pitido final. El Cristo Atlético, de Tercera División, no recibió el definitivo 1-2 hasta el minuto 86. El Andorra murió con las botas puestas ante el Celta, que solo pudo doblegarle en el penúltimo minuto de la prórroga.

Me gusta la Copa a partido único. Porque aumentan las posibilidades de experimentar la épica de Braveheart, el optimismo de La vida es bella, la utopía de Pretty Woman o la posibilidad de salir airoso en circunstancias adversas como los soldados de El puente sobre el Río Kwai. Ya no vamos al teatro y casi ni al cine. Pero nos emocionamos en el fútbol porque en algunos partidos presentimos que no todo está escrito y que es posible soñar con otro mundo.

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