Máxima tensión en la F1

El Mundial de Fórmula 1 llegará a su última cita, el próximo domingo en Abu Dhabi, con la máxima igualdad. Y también con la máxima tensión. Max Verstappen y Lewis Hamilton salen del GP de Arabia Saudí empatados a 369,5 puntos, después de una despiadada batalla que se decantó a favor de la mayor frialdad del inglés, que resistió las tretas de su rival para llevarse una victoria que puede valer un campeonato: el octavo. La balanza se inclinó, seguramente, por la mayor experiencia de Hamilton, que no entró al trapo ante las artimañas de Verstappen, con dos adelantamientos por fuera de pista y con una frenada a destiempo que intentó camuflar como una cesión de su posición. Sir Lewis, que tenía mucho más que perder que su oponente ante un posible abandono, esperó con la impasibilidad que aporta haber conquistado ya siete Mundiales y más de cien grandes premios, a que el propio Max se inmolase en Yeda, como finalmente sucedió. La sanción de cinco segundos al líder terminó con la discusión, aunque el de Red Bull intentó alargarla por todos los medios.

Verstappen es un piloto de sangre caliente, siempre lo ha sido, y aunque este año ha mostrado más autocontrol, su temperamento se ha desbordado en el momento más tenso del Mundial. Sus victorias en Austin y México parecían dejarle una apacible recta final del campeonato, bastaba con ser regular, pero Hamilton ha iniciado una remontada, con tres triunfos consecutivos, que ha colocado a Mad Max al borde de un ataque de nervios, por mucho que disimule en las ruedas de prensa diciendo que da igual cómo acabe la cosa. Es normal. Los campeones sólo quieren el número uno. Faltaría más. Hamilton también lo es, ahí está su currículo, pero hay una gran diferencia: la experiencia, la veteranía, la edad… “He intentado ser sensato”, dijo tras la carrera. Y eso le hizo ganar la batalla.