Sin Fekir, sin fútbol y sin esperanza

No le sobraban argumentos al Betis para presentarse en el Wanda Metropolitano con la idea de ejecutar su mejor versión. Pero uno de ellos se llama Nabil Fekir y se quedó sentado en el banquillo. Observando el duelo con cuatro amarillas en su perfil estadístico y un derbi sevillano a la vuelta de la esquina. Sin el francés, faltó fútbol, faltó personalidad y faltaron creencias en el equipo verdiblanco. Por algo era intocable hasta ahora. Juanmi sí estaba, aunque no lo pareció. Rodri amagó con aparecer, pero tampoco lo consiguió. Y Canales nunca pudo, aunque probablemente quiso. Si había un líder en los verdiblancos, fue Claudio Bravo, que alargó con sus paradas la tensión hasta que Pezzella lo condenó.

Nunca apareció en el Wanda el Betis que había brillado en este arranque de temporada. Quizás fue mérito del Atlético. También demérito de un equipo que sufre en demasía cuando los espacios se multiplican y el balón no está en su poder. Los sueños son tan intermitentes que Pellegrini querrá repescarlos de inmediato para viajar a Leverkusen y afrontar el derbi ante el Sevilla. Pero la caída de ayer evidencia que las carencias de esta plantilla no siempre pueden taparse con la magistral pizarra del técnico chileno. Las diferencias fueron notables sobre el césped del Wanda. Sin Fekir. Sin Guido. Con la sensación de que esta partida no era la prioritaria en el plan del Betis.

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