Las lágrimas de Sergio y Rahm
Sergio García no pudo contenerse en el green del 17 de Le Golf National, el campo de París que acogió la última Ryder Cup con apoteósica victoria de Europa. “No suelo llorar, pero no pude evitarlo. ¡Qué semana!”, dijo Sergio, emocionado, después de haber ganado tres de sus cuatro partidos. El triunfo en el último individual, frente a Rickie Fowler, fue el más especial. El de Borriol batía el récord de puntos históricos de un jugador en esta competición con 25,5, por los 24,5 que tenía Nick Faldo. El español es leyenda de la Ryder, donde hoy se dispone a participar por décima vez. La primera fue en 1999, con 19 años. También récord. Lleva seis títulos sobre nueve posibles, partícipe de la época dorada de Europa que arrancó en los 80, cuando otro español, Severiano Ballesteros, abrió el torneo al continente y lideró al equipo. Más leyenda. García fue elegido en esa ocasión por el capitán Thomas Bjorn, a pesar de ocupar el 28º puesto mundial. Ahora figura el 43º, pero su otrora rival Padraig Harrington también ha confiado en el castellonense. Sergio es un seguro. Un hombre-Ryder.
Antes que Sergio, en ese hoyo 17, había rebosado otro español: Jon Rahm. Su historia es distinta. Rahm era debutante. Y había perdido sus dos primeros partidos. Chema Olazábal, otro icono, tuvo que tranquilizarte ante la jornada final. Todavía quedaba el individual, donde le tocó medirse con Tiger Woods. Nada menos. El vizcaíno golpeó un putt a un metro que le daba el triunfo cuando alguien gritó: “¡Viva Seve!”. Su ídolo. Y se volvió tan loco en la celebración, que luego tuvo que pedir disculpas a Tiger. “Le dije que había sido un honor jugar contra él… y rompí a llorar”, explicó Rahmbo, que ahora vuelve como número uno mundial. Y con el objetivo de convertirse también en hombre-Ryder. Como Seve, como Olazábal, como Sergio… Españoles legendarios en una competición legendaria.