Con Jota de Gigante
Su familia y amigos le llaman Jota, pero para la historia del balonmano es Hombrados, José Javier Hombrados. Se acaba de retirar con 49 años. En los últimos tiempos, estaba en la portería del Guadalajara, entrenando como uno más y a la vez tenía un duro trabajo diario como presidente de la Federación Madrileña de Balonmano. A eso hay que sumarle las clases que da y la dirección deportiva de varios centros de enseñanza. Sólo con leerlo agota. Su 1,96 no alberga lo grande que es, su humildad y su gran capacidad de comunicación. Pero, si sus múltiples actividades provocan escalofríos, también impresiona su palmarés. Alberga en su vitrina cinco Copas de Europa como cinco soles, y con la Selección tiene un Campeonato del Mundo, dos platas europeas y dos bronces olímpicos. Es el segundo jugador con más internacionalidades. Su leyenda se comenzó a forjar en el Atlético de Madrid, pero subió a los cielos con el Ciudad Real.
Hasta hace unos días, combinaba el mundo de los despachos con traje y corbata, horas al móvil, con el ritual mágico del vestuario y el sonido del golpe seco de la pelota. Sus manos gigantes pasaban a diario desde la sutileza de las teclas del ordenador a las paradas imposibles. Es un caso único en el mundo. Se quedan cortas las hagiografías y no hay cantos suficientes para narrar sus gestas deportivas durante más de treinta años. Pero lo mejor de todo es que alguien que tanto ama el deporte y que tiene tan elevado sentido de la competitividad sea tan generoso. Su gran apuesta es por la educación, por el deporte base y todo lo que se aprende practicando balonmano o deportes de equipo: ceder, negociar, respetar al otro, saber cuál es tu sitio, liderar y ser liderado. Es decir, la formación integral del ser humano.
Todo eso es lo que ha practicado en las pistas y predica en varias instituciones de enseñanza. Jota tendrá más tiempo para su familia y podremos disfrutar en vida de alguien inmortal. Lo que ha hecho es heroico. Mucha suerte en el futuro, Gigante.