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En este año raro de pandemia y silencio se abrió una brecha por donde se colaron los otros, aquellos con los que nadie contaba. Ha sido, por ejemplo, el año de Luis Suárez que fue ninguneado por un club que vive con autofagocitado presupuesto y absurdas decisiones -también en balonmano-. Alimentado por la rabia de que le mostraran la puerta de salida, disparó dos goles en los dos últimos partidos que son metáforas en rojo y blanco de una victoria arrancada de la bicefalia del fútbol español. Al borde de un ataque de nervios, sí, pero el Cholo y el Atlético lo han vuelto a hacer.

También ha sido la temporada del Barcelona femenino. Hace dos años se vieron arrolladas por un Lyon sin compasión. Parecía que el nivel de la Liga no era suficiente y que así no se podía ir por Europa. Además, Alexia Putellas y Jenni Hermoso venían de largas lesiones, pero llegaron a tiempo para jugar una final en la que fueron fundamentales. El F.C. Barcelona ha entrado en la historia al ser el primer club que gana la Champions League en la sección masculina y femenina. Ahí son más que un equipo, de hecho son dos.

Pase lo que pase mañana, también habrá sido la temporada del Villarreal, una ciudad deportiva pegada a una localidad de 50.000 habitantes que ha llegado a la final de la Europa League. También ha sido el año de la Real Sociedad, que ganó la segunda Copa del Rey de su historia y entró en el último minuto en la Europa League. Pese a las derrotas coperas, fue el año de Athletic de Bilbao que alcanzó su segunda final consecutiva y ganó al Barcelona la Supercopa 2020 en un épico final.

Ha sido el año del Espanyol, de nuevo en primera, tantas veces eclipsado y ninguneado en su propia ciudad. Ha sido el año del Cartagena que ha logrado mantenerse en su primer año de Segunda tras haber pasado lustros en los vagones descarrilados del fútbol. Y será el año del otro equipo de Segunda División que suba a Primera. Bendita anormalidad que le ha dado la vuelta al mundo y quienes lloraban, ahora ríen.