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El "somos Valladolid" y la incertidumbre del futuro

Aquella frase que hizo historia de Miroslav Djukic de "Somos Valladolid" se podría usar en tantos contextos que si los enumeráramos siempre nos quedaríamos cortos. El idolatrado técnico serbio que después salió como salió del club para ir al Valencia, con juicios de por medio, quería hacer notar con aquella frase la grandeza de un club que ha pasado más de la mitad de su historia en Primera División. Curiosamente, otros muchos no son muy conscientes del valor de los casi 93 años que va a cumplir la entidad en junio, de sus grandes triunfos, como dice el himno, y su importante papel como decimotercer club histórico de Primera. Es verdad que el fútbol ha cambiado mucho, pero los datos están ahí. Habría que recordar a muchas personas, desde el máximo accionista, Ronaldo Nazario, a la dirección deportiva, la dirección técnica, los jugadores, etc... que este club ha escrito bonitas páginas de nuestro fútbol y que el Real Valladolid existía cuando ellos llegaron y, salvo tragedia, seguirá en pie cuando todos y cada uno de ellos se vayan, pero no deja de llamar la atención que el serbio lo percibiera y lo defendiera, ganándose a la afición, desde el minuto uno, mientras otros...

Viene todo esto tambien a que el "Somos Valladolid" se puede aplicar al estado de ánimo en el que nos encontramos en la ciudad después del palo ante el Granada. Así somos. Hemos pasado de tener una esperanza grande en la salvación tras el partido ante el Barcelona a vernos en Segunda en menos de una semana por un encuentro en el que el equipo no estuvo a la altura. Como dijo Santo Tomás, y antes Aristóteles, en el término medio está la virtud. Ni el Real Valladolid era la quinta esencia del fútbol en el Camp Nou, ni como dijera el recordado Manolo Preciado, ante el Granada, fue "la última mierda que cagó Pilatos". Con perdón.

La mesura, el análisis objetivo, debe llevarnos a entender que si bien es verdad que el equipo no salió, sorprendentemente, enchufado, ante los andaluces, que el juego fue pobre en la segunda parte, demasiado rácano, en busca de que no se jugara nada o que el técnico hizo cambios que no ayudaron a su equipo, también habrá que valorar el hecho de que la presión por conseguir una victoria tan importante echó al equipo hacia atrás demasiado pronto, apenas inquietó a Rui Silva, que Sergio González volvía a tener 10 bajas y ante el cansancio de ciertos jugadores no pudo meter jugadores de refresco y que la suerte que en otros momentos ha acompañado a este equipo ahora está de espalda. Porque no nos engañemos. Por desgracia, todos los análisis del partido del domingo serían diferentes si el balón de Kodro al larguero hubiese ido 10 centímetros más abajo. Ahora estaríamos con 30 puntos y viendo la vida de color de rosa... o blanquivioleta.

Y así estamos, a falta de menos de mes y medio para que acabe la temporada con la incertidumbre de dónde terminará el Real Valladolid la campaña, de qué equipo nos encontraremos en Elche y de si la plaga de lesiones parará de una vez. Este punto, por cierto, habría que analizarlo a fondo cuando toque. No es normal lo que está pasando en algunos casos y menos lo de Javi Sánchez. En cualquier caso todo hace indicar que el descenso se lo van a jugar entre seis equipos, salvo que alguno más se despiste, y el Real Valladolid, de momento, tiene un punto sobre el descenso. Y es que la incertidumbre es la tónica general ante la idea generalizada de que, hoy por hoy, el peor rival que tienen los pucelanos son ellos mismos. Y esa cuestión tiene solución, pero sólo ellos la pueden resolver. Hagasé. Como diría el bueno de Miroslav: "Somos Valladolid".