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Semáforo en verde

Domingo, 28 de marzo. Una vez ajustados los relojes, arrancan los motores. A las 17:00, la Fórmula 1, en Bahréin. A las 19:00, MotoGP, en Qatar. Los coches parten con Max Verstappen en la pole, con la incógnita de si el piloto de Red Bull podrá hacer frente de verdad a los Mercedes de Lewis Hamilton y de Valtteri Bottas, y con la ilusión de que Carlos Sainz y Fernando Alonso puedan luchar por los podios. De momento salen octavo y noveno, respectivamente, y con la sensación de que el de Ferrari sí puede pujar por el top-5. Veremos. Las motos comienzan con 'Pecco' Bagnaia y la veloz Ducati al frente, con las Yamaha de Fabio Quartararo y Maverick Viñales al acecho, con un Joan Mir titubeante en su defensa del título, y sin el séxtuple campeón Marc Márquez al menos hasta el 18 de abril en Portimao. Las dos ruedas presentan más enigmas que las cuatro, con esa impresión de que el semáforo se pondrá en verde para casi todos, como ya ocurrió el año pasado, con nueve ganadores diferentes de grandes premios y con Mir como sorprendente y merecido vencedor final.

La víspera del Mundial de MotoGP es muy distinta a la de 2020. Pandemia, aparte. Con Marc en aquella parrilla inaugural, la sensación del resto de competidores era de pelear por el subcampeonato. Pero el catalán se cayó en Jerez y el escenario dio un vuelco. El pronóstico quedó tan abierto, que nadie supo agarrarse al título. Excepto Mir, que con enorme regularidad y con poco ruido, sumó y sumó como una hormiguita hasta alzarse a lo más alto. Sólo conquistó un gran premio, el antepenúltimo en Cheste, pero se subió a más podios que nadie. Ese factor sorpresa ya no existe. Quartararo, Morbidelli, Viñales, Bagnaia, Rins, Miller, los Espargaró, Rossi, Zarco… Todos saben que es posible, porque Mir lo hizo posible. Siempre que no irrumpa la Honda de Márquez para dominarlos a todos.