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El ciclismo entra en efervescencia

Después de dos meses titubeantes, con continuos aplazamientos y cancelaciones a causa de la pandemia, el ciclismo ha entrado por fin en efervescencia en marzo. El espectáculo de la Strade Bianche, el pasado sábado, refrescó a los aficionados en la memoria la grandeza de este deporte, con una exhibición portentosa de Van der Poel, secundado en Siena por Alaphilippe y Egan Bernal. Un podio cinco estrellas. Si ustedes no tuvieron la oportunidad de ver la clásica del sterrato, aprovechen alguna de las redifusiones de Eurosport. Merece la pena. Fue bella en sí misma y un anuncio de lo que queda por venir. Al día siguiente, con las pulsaciones aún aceleradas, comenzó a rodar la París-Niza, y este miércoles lo hará la Tirreno-Adriático, dos tradicionales rondas de esta primera parte del curso.

En el elenco de Niza relucen dos nombres: Primoz Roglic y Tao Geogheham Hart, vigentes campeones de la Vuelta y el Giro. El esloveno, tercero en la contrarreloj de este martes, ya mira con ojos golosos al maillot amarillo, a seis segundos de distancia. Si la Carrera al Sol no presentara así motivos sobrados para sentarse ante el televisor, atentos al cartel que propone la Carrera de los Dos Mares hasta el próximo martes: Pogacar, Bernal, Landa, Van Aert, Thomas, Simon Yates, Nairo, Alaphilippe, Van der Poel, Sagan, Nibali, Fuglsang, Pinot, Bardet, Soler, Ganna, Dan Martin, Zakarin… Pocas pruebas pueden presumir de un pelotón de esta categoría. Si acaso, el Tour de Francia.

Desde hace tiempo, estas dos prestigiosas vueltas del World Tour se han solapado en la agenda, un hecho que nunca entendí del todo, porque se someten a una competencia evitable y se quitan foco. Pero dada la sequía que hubo durante la pasada campaña, y también en los dos primeros meses de la actual, no vamos a quejarnos por exceso de competición. Al revés, tener ciclismo, aunque sean necesarias dos pantallas, sabe a gloria. Y más con este nivel.