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Un triunfo que ha devuelto la ilusión en el Real Valladolid

Estaba claro. Había que ganar un partido para verlo todo de manera distinta. No es que los tres puntos logrados ante el Getafe vayan a decidir la temporada, pero pueden marcar ese antes y después que tanto estaban necesitando los hombres de Sergio González. Si después de todo lo que ha pasado el Real Valladolid en forma de malos resultados, dos rachas al inicio de cada vuelta de ocho partidos sin ganar, numerosos lesionados, crisis graves de juego y de enormes dudas, el entrenador cuestionadísimo y casi una depresión general… la clasificación deja al conjunto blanquivioleta tres puntos por encima del descenso y con las mejores sensaciones de la temporada recuperadas, es como para volver a ilusionarse con el objetivo de la permanencia. El fútbol, alguien lo dijo y es una gran verdad, son estados de ánimo. Y en este momento, seguro, el estado de ánimo del Real Valladolid es mejor que el del Eibar que viene de perder en Cádiz, que el del Alavés volteado en Sevilla por el Betis tras ir ganando y que el del Huesca, que hizo tres goles al Celta y acabó perdiendo. Ese ánimo y esa inercia deben impulsar a un Valladolid que tiene que competir cada partido que resta con la misma seriedad que se le ha visto ante Real Madrid, Celta y Getafe. Es el camino correcto a seguir aunque será un camino largo y muy complicado de recorrer.

Pero yo diría que, aunque lo más difícil está por conseguirse, se ha logrado algo que no parecía nada fácil de resolver ni con un cambio de entrenador. Recuperar la confianza y comprobar que el equipo no estaba muerto. Se ha tocado fondo, está claro, posiblemente después de ese partido de Vitoria y tras las palabras del entrenador y la reunión con los futbolistas. Todos parecen haber hecho borrón y cuenta nueva sabiendo lo que está en juego. Por eso, ya en Eibar se vio una mejoría que ha ido a más en los tres siguientes partidos hasta romper la racha y lograr la tan ansiada victoria.

Es cierto que la segunda mitad disputada ante el Getafe no corroboró el buen tramo de juego vivido en la primera y que permitió adelantarse por dos veces en el marcador. Más que sufrir el empuje del Getafe, al Valladolid le faltó ese aplomo para haber sabido tener más tiempo el balón y haber podido jugar más minutos en campo del rival. Pero el equipo no sufrió en exceso como no se sufrió en Vigo. Hay que ir dando pasos adelante en cuestión de juego y de confianza y Pamplona puede y debe ser la siguiente estación.

Pero las cosas no son por casualidad. Hay jugadores a los que se empieza a ver mejor y aportar mucho más de lo que estaban aportando. La vuelta de El Yamiq, con sus nervios iniciales a la hora de sacar el balón, me parece muy esperanzadora. Aporta envergadura, velocidad y juego aéreo. La presencia de Roberto en la portería, la inspiración de Orellana para atacar por la izquierda y entenderse con Olaza, que ha cerrado la autopista en defensa por su banda. La calidad de Mesa, la mejoría de Joaquín, los goles de Weissman y hasta las mejores pinceladas de Guardiola. Lo dicho, ha vuelto la ilusión y nadie se ha bajado del barco, ni siquiera hubo que cambiar al capitán al mando. Y ya se intuyen a lo lejos las luces del puerto.