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LA CAJA NEGRA

El partido que le toca jugar a Kang-in y la señal de Pedraza

20/02/21 PAPRTIDO PRMERA DIVISION  VALENCIA CF - CELTA DE VIGO  LEE KANG IN RUBEN BLANCO
DAVID GONZALEZDIARIO AS

Hacer 'clic'

Hay noches que corrigen la trayectoria de un futbolista, regeneran las tendencias y abren un escenario diferente y normalmente mejor. De Kang-in Lee (20 años) no solo se espera mucho en el Valencia, también el fútbol aguarda con expectación su evolución. Hasta el encuentro contra el Celta casi siempre se había visto a un jugador de indiscutible talento, pero menos decisivo de lo que debería ser. A veces indeciso, en otras ocasiones distraído. Jugaba el partido encerrado en sí mismo, con malas pulgas y poca afinidad colectiva. Se le exigía un cambio y lo llevó a cabo esta jornada. Kang-in ofreció un rendimiento altísimo tanto en las zonas de tres cuartos de campo (26 toques) como cuando retrasó su posición. Trabajó en la presión como nunca, se comunicó a la perfección —dio pases a todos sus compañeros menos a Racic— y alimentó sus intervenciones con la continua movilidad entre líneas (42 pases recibidos). Al Valencia le conviene este Kang-in y al coreano le hace mejor esta versión.

A la carrera

Cuando las aptitudes físicas y el ritmo del fútbol español están bajo debate, actuaciones como las de Pedraza (24 años) esclarecen que el problema, de ser tal, se trata más de una cuestión de elección que de falta de fundamentos. No hay crisis de creatividad, si acaso de dinamismo. Existe un abuso de pedir el balón al pie y se echan de menos jugadores capaces de transitar en conducción. Las progresiones de Pedraza frente al Athletic acreditan que hay argumentos para equilibrar ese déficit de movimiento. Es cierto que Berenguer saltaba a la presión sobre Parejo y el lateral del Villarreal no tenía oposición si De Marcos no lo encimaba. Pero Pedraza mostró el camino. Esta temporada promedia, según datos de StatsBomb, 38 conducciones y 181 metros de distancia en el total de las mismas por partido. No son cifras menores.

Pedraza traslada el balón ante Berenguer. /Getty
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Pedraza traslada el balón ante Berenguer. /Getty

El despertar

Al Huesca le empiezan a salir las cuentas. La rehabilitación anímica y táctica desde la llegada de Pacheta da pie a un conjunto más armónico, correoso y de mayor empaque. Un Granada tamizado de suplentes le asestó un duro golpe al inicio, agrandado por el penalti que erró Rafa Mir, pero la reacción altoaragonesa resultó contundente. Este Huesca se proyecta por fuera y reúne opciones en zona de remate. Es el segundo equipo, tras el Eibar, que más centros realiza (516) con una precisión del 24,4%. Y el 29% de sus goles los marca de cabeza. La remontada ante el Granada se fomentó a través de esta idea y el balón parado.

El empuje

También el Elche quiere ser otro equipo. No es que el primer partido de Escribá en el banquillo significara un volantazo radical respecto a la etapa fallida de Almirón, pero el triunfo siempre ayuda a embellecer las perspectivas. También contribuyen algunas intenciones que se intuyeron y que tanto necesita adoptar el Elche. Las acciones de presión de Guti y Marcone —21 y 20, respectivamente— ante el Eibar representan su registro más alto de la temporada e indican un paso adelante en el ejercicio defensivo. Se persigue apretar más al rival y alejar la trama de su área. No puede ser que cualquier equipo que se enfrente al Elche sume apenas 51 pases bajo presión de media, la cifra más baja de LaLiga. Es un síntoma de descenso.