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Nadal y Muguruza, crucemos los dedos

El Open de Australia arranca este lunes con los dos arietes españoles en situación contrapuesta. “Mi tenis está ahí, las sensaciones son positivas”, apunta Garbiñe Muguruza, subcampeona hace un año. “Las buenas sensaciones han desaparecido”, dice Rafa Nadal, campeón en 2009 y cuatro veces finalista. Ambos debutarán este martes, en la segunda jornada. Son la cara y la cruz de una Armada en la que también sobresalen Carlos Alcaraz, la ilusión del futuro, Roberto Bautista y Pablo Carreño, ambos cada vez con más oficio en las batallas decisivas. El primer Grand Slam nace raro, con un retraso de tres semanas sobre el programa previsto y con una cuarentena obligatoria que ha podido influir de diferente manera en la preparación de los tenistas. Esta semana despejará incógnitas.

La interrogante principal señala a Nadal, que llega lesionado a la cita, con problemas en la espalda desde hace 15 días, que le afectan al saque y que le han privado de jugar partidos oficiales durante la preparación. Su semblante serio en la rueda de prensa no augura nada bueno, aunque también surgió el genuino Rafa, ese que no se rinde nunca. “Me preocupa la espalda, pero no renuncio a nada”, comenta el balear. La frase describe su trayectoria, las dos constantes de su carrera: las lesiones que le han impedido competir con la regularidad y la plenitud deseadas y ese carácter indómito que le sostiene ante las adversidades y que le ha convertido en un grande del deporte. El español se agarra al día a día para progresar en el Abierto de Australia, pero la cosa no pinta bien, no nos vamos a engañar. Al otro lado se encuentra Garbiñe, sonriente, que ha podido disputar ocho partidos previos, algunos de enorme calidad, hasta rematar con la final del Yarra Valley Classic. Al contrario de Rafa, su estado es pleno, siempre que no decaiga en su vieja irregularidad. Crucemos los dedos. En ambos casos.