La carrera histórica depende de la espalda de Nadal
Nadal, con molestias desde hace dos semanas, intentará levantar su 21º título de Grand Slam con la oposición de Djokovic, que va a por el 18º. Serena, en busca del 24º.
El Open de Australia, el último Grand Slam que pudo disputarse con normalidad en 2020, antes de que la pandemia del coronavirus cambiara la vida de millones de personas en todo el mundo, vuelve este año con su edición abierta número 52 (109 en total) en unas condiciones que ninguno de los otros puede permitirse. Y es que el país organizador es de los pocos que presenta una tasa de incidencia de la enfermedad lo suficientemente baja como para que, por ejemplo, la utilización de la mascarilla no sea obligatoria al aire libre. Es la consecuencia de una dura política de contención que han podido experimentar los tenistas que acudieron a Melbourne y a Adelaida, que tuvieron que pasar una cuarentena obligatoria de 14 días, en algunos casos sin salir de su habitación. Paula Badosa, la única tenista que se contagió en la ciudad, estuvo aún más tiempo en un hotel medicalizado, sin apenas servicios y sin poder abrir la ventana para respirar aire fresco.