La Epifanía de Lionel Messi

Jordi Évole empezó su esperada entrevista a Messi advirtiendo que no le salían bien aquellas con gente a la que admiraba mucho. Un anuncio sincero. En efecto, blandeó de manos. Aun así lo que se vio fue un retrato del personaje, un Messi como uno lo imaginó. No es persona con la que hablar de la muerte o la política, pero sí de cosas más importantes como la familia y la forma de emplear el tiempo libre. Y de fútbol, que se tocó demasiado poco. Una lástima que no se extendieran más sobre Guardiola y Luis Enrique. O de cómo fue posible el 8-2.

Por lo demás, la principal intriga quedó por resolver. ¿Seguirá en el Barça? Volverá al Barça, a ser posible como director deportivo, después de un proyectado paso por la liga de Estados Unidos que daría, se entiende, para cuando no esté ya para el gran fútbol. Pero si agotará esta etapa en el Barça o si pasará por el PSG o el Manchester City quedó en el aire. Tampoco precisó en qué le engañó Bartomeu, ni supimos por qué incluyó su cláusula liberadora en su día, ni por qué no la aplicó en fecha, y sí pretendió aplicarla cuando ya era tarde.

En todo caso, hizo protestas sinceras de cariño al Barça. Su incomodidad, entiendo, se refiere al periodo de Bartomeu, árbol caído del que tampoco quiso hacer demasiada leña. Renunció sabia y educadamente a pronunciarse por ningún candidato. Dio la sensación de creer en Koeman. En conjunto, aun sin prometer continuidad, dejó un mensaje de sosiego al sector del barcelonismo que aún le adora porque se le vio, a día de hoy, estar a gusto en el club. Lástima que en la misma mañana de ayer se hubiera sabido que alarga sus vacaciones, con lo que va a faltar al partido del Eibar. Un bajonazo.

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