De Tomás, Júpiter y Saturno

Hace unas semanas Facebook me recordó una de aquellas noches de fútbol mágicas por casuales. Acabé de entrenar tarde, no me duché, hablé con Jambo y fuimos al estadio. Era un partido de Copa contra el Sevilla. Derrota por 0 a 3. Salí sudado de tanto bailar. El miércoles pasado, en cambio, preferí ensimismarme con música para plantas a ver el partido contra el Llagostera. El domingo me crucé con algún zumbado en moto vestido del Espanyol y la genialidad de De Tomás la vi de soslayo a través de la pantalla del móvil, mientras comía. Me es imposible no pensar que le estaba poniendo los cuernos al Espanyol, y al fútbol.

A veces se necesitan una serie de sincronicidades para alinearse a lo Júpiter y Saturno y brillar como uno solo. Por eso fue ver la rabia con la que celebró la victoria Vicente Moreno y sentir esos relámpagos en el pecho, los que hacen recordar que somos electricidad. A De Tomás directamente le habría susurrado lo de Irenegarry: “Joder, niñato, follaste tan bien que casi se me escapa un te amo”. Necesité fuegos artificiales, bengalas, motos, un gol desde campo propio, tres puntos, el liderato y un posible Puskas para quitarme la tontería de encima, despertar y entender que es tan real lo virtual como lo carnal. De hecho, lo escribió Jabois, hay más cuernos en un “buenas noches” desde la cama mientras ves una serie con tu pareja que en un polvo rápido, o dos, con una persona desconocida en un ascensor.

En este artículo iba a decir que aquellos goles de Roger en los dosmiles fueron mejores que el de De Tomás porque el recuerdo es de haberlos vivido, de haberme abrazado enloquecido a cualquier vecino de butaca. Pero no. Que De Tomás, como canta Remate, coordinara el tantra con las ganas de matar lo convierte en arte. Ya llegará el momento de reunirse en familia para no existir. De tocarse para sentir. Mientras tanto, veré el vídeo del gol una y otra vez sin pensar en todo lo carnal que me pierdo entre repetición y repetición.

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