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Las dos caras de las Guerreras

Un año después del Mundial femenino de balonmano, ninguno de los tres medallistas ha pujado por el podio continental. Holanda, España y Rusia ni siquiera se metieron en las semifinales del Europeo. El dato es indicativo de dos cosas. Por un lado, de la igualdad que impera en las competiciones internacionales de este deporte. Por otro, del extraño camino que han llevado las selecciones hacia este campeonato por culpa de la pandemia. El desenlace sí ha sido coherente, con una final entre los dos últimos campeones, Francia y Noruega, y con el octavo título de las reinas nórdicas. Pero la lógica del evento se acabó ahí. Croacia se ha colgado la primera medalla de su historia, un bronce, Rusia ha terminado quinta, Holanda fue sexta… Y España retrocedió aún más.

Las Guerreras merecen un análisis propio. La Selección de Carlos Viver ha mejorado su clasificación del Europeo 2018, donde terminó duodécima, pero el noveno puesto sabe a poco después de la plata mundial, con tiro final para el oro, de hace sólo un año y cinco días. Este torneo era una oportunidad para refrendar aquel brillante resultado, pero no ha sido así. España ha mostrado dos caras contrapuestas, medias partes sublimes con otras medias nefastas. Uno de esos ejemplos se vivió ante la subcampeona Francia, a la que tuvo contra las cuerdas en una magnífica segunda mitad, después de una primera floja, para perder por un gol: 26-25. ¿Qué ha podido ocurrir? Una explicación está en la falta de rodaje y de ritmo por la pandemia, que en el caso español ha afectado más que en otros. Otra es la baja de Alexandrina Barbosa, que se rompió una rodilla pocos días antes. Hay equipo, pero sólo a ratos. El año 2021 será uno de los más importantes de su historia, con el Preolímpico en Llíria, los Juegos de Tokio y el Mundial en España. El momento para recuperar la cara A.