El déficit de siempre del Madrid
El partido que amaneció apenas duró. El Athletic, cuya condición y dignidad futbolística resultó incuestionable, se vio obligado a cambiar el plan de presión adelantada muy pronto y la trama giró a lo que menos interesa al Madrid, que se salvó por el acierto residual en ocasiones contadísimas. Las carencias creativas de los de Zidane ante rivales replegados, esta vez por pura inferioridad numérica rojiblanca, se plasmaron una vez más. La pelota no corrió, se pisaron posiciones, nadie le puso descaro individual —solo 11 regates intentados— y únicamente el subidón sostenido de Benzema evitó el desastre blanco. El Madrid no encuentra la forma de atacar en este tipo de contextos y se aboca a centros sin sentido o jugadas aisladas que en esta ocasión le hicieron un guiño ante un gran Athletic.
La llegada de Valverde
El uruguayo gana altura y alcanza el área ante la defensa hundida del Athletic. Su aparición desde atrás, que no su posición, abre la puerta para las incorporaciones sorpresivas de Kroos y Modric.