Los otros positivos del Tour

Tanto pensar en los positivos por coronavirus, esa amenaza que finalmente sólo golpeó al propio director del Tour, Christian Prudhomme, y a unos periodistas abandonados por la organización, que casi nos habíamos olvidado de los otros positivos, los de toda la vida: los del dopaje. El caso se difundió el lunes, un día después de la coronación en París, pero se había producido durante la última semana de carrera: el Arkéa Samsic había sido sometido a un registro en los Alpes, dentro de una investigación de la Fiscalía de Marsella por “administración y prescripción a un deportista de sustancias o métodos prohibidos, sin justificación médica”, y también por “transporte de productos”. Las pesquisas, según los detalles conocidos, no afectan a todo el equipo, ni siquiera a su staff oficial, sino a tres de sus corredores, los colombianos Nairo y Dayer Quintana, y Winner Anacona, y a dos personas de su entorno, un médico de la misma nacionalidad y un auxiliar español. Aquí no hay un positivo al uso, sino una instrucción judicial que puede acabar en sanciones penales y deportivas.

La investigación nos recuerda que desde hace tiempo, en concreto desde el escándalo Festina en 1998, la lucha antidopaje tiene una herramienta más efectiva que los controles en el brazo policial. De hecho, los sistemas rutinarios no han cazado a ningún tramposo en el Tour desde Frank Schleck en 2012. Esta ausencia de positivos, una década después de que el palmarés sufriera la descalificación de tres de sus campeones (Armstrong, Landis y Contador), puede venir motivada por dos razones: por una mayor limpieza en el pelotón o por una relajación en la búsqueda. O quizá por unas cuantas dosis de ambas cosas. El affaire del Arkéa, con independencia de su resolución, sirve para refrescar que la lucha contra el dopaje debe continuar activa. Y que todavía hay otros positivos que detectar.

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