La máquina Warholm

El sábado fui apuntando en un cuaderno los eventos deportivos del domingo para organizarme la jornada, pero concluí que me faltaban horas y pantallas para poder seguirlos todos: el Mundial de motos en tres categorías, los Campeonatos de España de ciclismo, la Diamond League, el Masters de Cincinnati, la final de la Champions, el ascenso a Primera, la FedExCup de golf, la NBA, la Indy 500… Muchos domingos de nuestras vidas han sido así, con un carrusel frenético frente al televisor, pero lo que hace especial a este fin semana es que la concentración ha ocurrido en plena pandemia, después de la curva brutal que frenó en seco la actividad mundial. El deporte se celebra sin público, fuera de fechas, pero la competición continúa. Y donde hay deporte, hay nombres propios. Héroes.

Entre tanto nombre con brillo he elegido a Karsten Warholm, un noruego de 24 años, una máquina del atletismo. Warholm se quedó a nueve centésimas del récord de Kevin Young, logrado allá por Barcelona 1992, en los 400 metros vallas de la reunión de Estocolmo. Un tropiezo en el último obstáculo le frenó en 46.87 y le impidió superar los 46.78 del americano. Es la segunda vez que baja de 47 segundos. Sólo cuatro hombres lo han hecho. No contento con eso, una hora y media después se apuntó a los 400 lisos y volvió a ganar. Las dos veces por la calle 8, sin referencias. Entre las dos galopadas soltó piernas en una bicicleta estática mientras chateaba con aficionados en redes sociales. Un fenómeno.

Había cierta incertidumbre sobre cómo regresarían los atletas en este año raro. En el estreno de la Diamond, en Mónaco, Joshua Cheptegei batió el tope mundial de Kenenisa Bekele en los 5.000 metros. Ayer se sumó el ciclón de Warholm. Entre los posibles argumentos, hay una explicación romántica: todos ellos orientaban su ciclo de preparación al año olímpico. Y ahora salen los frutos tardíos.