Hazard y la vida real

Los cuentos de hadas, las historias perfectas, no pasan la frontera de la ficción. La vida real no es como las películas, por muchas tazas y libretas con frases sensibleras que se vendan, por muchos mensajes platónicos que se publiquen en cuentas de Instagram. Lo idílico no existe, siempre hay claros y oscuros, y por eso gustan tanto los finales felices, que es el camino hacia el que esta tarde echa a andar Hazard.

Eden encara 11 partidos, en palabras de Zidane "11 finales", para dar belleza a diez meses feos. No hay maquillaje, para ello, como su talento, capaz de arreglar cualquier desastre. Porque es verdad que sólo hay una oportunidad para una buena primera impresión y que el belga no la aprovechó, pero también que las apariencias engañan: Hazard no es lo que se ha visto hasta ahora, sino todo lo que le queda por enseñar. Y si algo tiene el fútbol es que se puede pasar de la miopía a la altísima definición en poco más de media hora, que es lo que cree Eden que le dará hoy Zizou.

Lo bueno y lo malo de jugar en el Madrid es que lo que ocurre ahí dentro se mira con la lupa de la exageración. Todo se desvirtúa, incluso la verdad. De Hazard han dicho que ha sido demasiado caro, que le falta carácter para esta selva o que le sobran kilos, pero cualquier reproche le ha resbalado. Cuentan quienes le conocen que él es así, impermeable por completo, preparado para reírse sin importar las circunstancias. Por eso nunca ha dudado de sí mismo, ni de que llegaría su momento, por fin ante él, 113 días después de tocar fondo en el Ciutat de València.

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