Por una Fórmula 1 más justa

La Fórmula 1 aprobó el miércoles un ramillete de normas para plasmar un Mundial más justo, más sostenible, más igualado, más económico… Unas reglas que pretenden, a la par, brindar una competición más equilibrada y evitar la desbandada de marcas a causa de la crisis. No discurren buenos tiempos para el sector del automovilismo, como confirman las pésimas noticias anunciadas este jueves por Nissan, más las que están previstas que comunique este viernes su socio Renault en Francia. Los deportes del motor tienen que adaptarse inevitablemente a ese panorama del mercado, no queda otro remedio. La F1 ya tenía una parte del camino avanzado, porque a finales de octubre había anunciado un nuevo reglamento que aspiraba a reducir a partir de 2021 la brecha actual entre ese autoritario trío formado por Mercedes, Ferrari y Red Bull, con gastos de hasta 400 millones de dólares, y el resto de la parrilla. La pandemia obligó a retrasar a 2022 su entrada en vigor, pero también ha servido para reorientar las modificaciones hacia este nuevo escenario todavía más crítico.

Entre las numerosas frases que Albert Einstein dejó para la posteridad, sostuvo que “la crisis trae progresos”. El aplastante dominio de las tres escuderías punteras había generado un problema, ya detectado, para el espectáculo de la categoría reina. Hay quien puede ver en esta normativa un retroceso en el vanguardismo tecnológico de la F1, incluso en su glamour, pero un Mundial más igualado, con oportunidades para la clase media, siempre será más atractivo que los soporíferos paseos de los últimos años. También hay quien advierte de la pérdida de empleos por la reducción de presupuestos, aunque aquí hay que contraponer en la balanza los que se salvarán por la supervivencia de equipos. Si alguien lo interpreta como un paso atrás, que no dude que será para coger carrerilla.