Pértigas en el jardín
El confinamiento ha agudizado el ingenio al personal. La falta de competición, por ejemplo, ha fomentado otras variantes adaptadas al encierro. Ahí están las redifusiones televisivas que nos han hecho revivir grandes momentos del deporte y nos han resucitado a viejos ídolos. Y también la proliferación de torneos virtuales de fútbol, tenis o motociclismo, de esos eSports en algunos casos tan realistas, que han vuelto a llamar la atención del COI. El olimpismo mira con ojos golosones a los videojuegos, y viceversa, para captar a un público joven que está fuera de su esfera, aunque para ello ya ha avisado que los contenidos violentos deberán desaparecer. Al margen del deporte de pantalla, también han surgido iniciativas físicas reales desde los propios domicilios. El triatleta Jan Frodeno, oro olímpico y triple campeón en Hawái, cubrió un Ironman en su casa de Gerona en la piscina exterior, en el rodillo sobre la bicicleta y en la cinta de correr: 8 horas, 33 minutos y 37 segundos. Un fenómeno. Unos días antes, James Campbell había completado una maratón en su patio trasero. Locuras solidarias.
El ingenio también ha creado competiciones a distancia. La NBA organizó un concurso de tiro con el juego de Horse, lo que en España sería el Burro o el Osito, en el que los participantes rivalizaron lanzando en las canastas de su casa. Ganó Mike Conley. Ese mismo sistema eligió World Athletics, la federación internacional de atletismo, para enfrentar este domingo a sus tres mejores pertiguistas actuales en el Ultimate Garden Clash, el Choque Final en el Jardín: Armand Duplantis y Renaud Lavillenie, ambos con récords del mundo en sus historiales, y Sam Kendricks, doble campeón mundial. Los tres saltaron en sus patios, con empate entre Lavillenie y Duplantis, que se elevaron 36 veces sobre cinco metros. Una original idea que ha servido de entretenimiento en esta época oscura y, por qué no, para explorar nuevos caminos del deporte y la comunicación.