SERGIO GÓMEZ

El culebrón Mbappé tiene un final

En la adolescencia me quería comer el mundo

En la adolescencia me quería comer el mundo. Ahora me conformo con tener papel higiénico, no quedarme calvo y ver Amar es para Siempre. No están los tiempos como para rechazar las pequeñas alegrías y un culebrón (o ficción de sobremesa, como se les viene llamando últimamente), perdónenme, lo es. Los personajes están muy definidos, la trama tiene la dificultad justa y desde el primer capítulo te ves capaz de dibujar el final, pero te ayuda a posponer tu realidad durante una hora diaria y a lo largo de 430 episodios. Lo que te mantiene 'enganchado' son los conflictos, entendidos como aquello que sucede cuando existe algún obstáculo que impide a los personajes cumplir su deseo. Sin conflicto, no hay historia que contar. Sin conflicto, Mbappé ya estaría jugando en el Madrid. Algo que todas las señales indican que tarde o temprano sucederá, aunque aún faltan varios capítulos que rodar.

Porque lo de Mbappé y su fichaje por el Real Madrid parece un final que ya está escrito. Sólo falta saber en qué temporada será. Si consultas a una de las productoras (Real Madrid), recibes como respuesta que confía en apagar las cámaras en el verano de 2021. La otra (PSG) filtra a los medios que el dinero no es un problema para ella, que prefiere estrujar la trama un año más a pesar de que eso le pueda suponer un perjuicio en su presupuesto. Y mientras tanto, la serie sigue con un juego regular de subida de apuestas. Darío Facal, director de teatro y dramaturgo español, utiliza este término como motor escénico. Para que la historia no decaiga, los actores deben manejar el conflicto e ir creciendo en sus propuestas. Y es lo que esta temporada han hecho los protagonistas de Operación Mbappé. Zidane dejó a un lado su discreción y le declaró públicamente su amor a la joven estrella; Leonardo, director deportivo del PSG, se sintió atacado y replicó; el marsellés, en vez de girar la cabeza, sonrió e insistió; y el jugador, por su parte, recibe los guiños de su idolatrado Zizou y hace planes de futuro. Por lo pronto, ya ha comenzado a poner de su parte y dar 'problemas' en casa, enfrentándose a su entrenador, torciéndole el gesto sin disimulo y dando largas a la renovación de su contrato.

El madridismo observa expectante (cada flirteo de los protagonistas aumenta la audiencia), pero fabricándose ilusiones, confiado. Intuir que todo acabará con Mbappé siendo presentado por Florentino en el Bernabéu alivia. Sobre todo tras unos tiempos de angustias deportivas. Pero la perfección requiere su tiempo y varios capítulos más. Todavía quedan por filmar más coqueteos, tensiones, pérdidas de esperanza, negociaciones televisadas, desencuentros... Y un desenlace que apunta a verle jugando en el Real Madrid. Mbappé sólo tiene 21 años y es consciente de que en el Bernabéu estará en disposición de comerse el mundo. No como algunos, que nos conformamos con tener papel higiénico, no quedarnos calvos y desconectar con culebrones de televisión.