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Jordan y los Bulls; Messi y el Barça: the last dance

Viendo los dos primeros capítulos del, hasta el momento, fabuloso The Last Dance, es muy difícil no proyectar en ese último año de gloria de Jordan y los Bulls el final de ciclo del Barça de Messi. Hay una frase determinante para poner las situaciones en común. Después de ganar las finales del 97 en casa ante Utah, y consciente de que Jerry Krause estaba planificando la reconstrucción de la franquicia, empezando con la marcha de Phil Jackson y la posibilidad de que Pippen, el gran escudero de Jordan, fuese traspasado, el número 23 manda un mensaje contundente: "Tenemos derecho a defender lo que tenemos y lo que hemos conseguido hasta que lo perdamos". Efectivamente, lo defendieron tanto que, pese a ser un equipo veterano (Rodman tenía 37 años, Jordan 35, Pippen y Kerr, 33 años, por poner un ejemplo, en 1998), volvieron a ganar el anillo ante los Jazz. The Jordan Rules.

Hace tiempo que muchas voces reclaman una revolución en Can Barça. Un cambio de guardia. Se denuncia que el Barça que rodea a Messi, no Messi, que como Jordan es considerado intocable, se ha hecho viejo. ¿Pero merece ese equipo ser ya destrozado y reconstruido? Es fácil poner en boca de Messi esa frase de Jordan: "Tenemos derecho a defender lo que tenemos y lo que hemos conseguido hasta que lo perdamos". Seguro que Messi es más amigo de Suárez que Jordan lo era de Pippen. Pero no es un asunto de eso. Cuando alguien dice que Messi, 35 títulos y la mayor leyenda del Barça en su historia, manda más que Bartomeu, pueden revisarse en el documental las burlas de Jordan a Jerry Krause en el vestuario. O el desprecio más absoluto de Pippen cuando el ejecutivo que había construido el equipo campeón de los tres primeros anillos (91-92-93) intenta susurrarle algo en el vestuario.

Es fácil pensar, es seguro pensar, que estas imágenes se han visto en el vestuario del Barça, claro que sí. Con Laporta, con Rosell o con Bartomeu; con Zubizarreta, con Robert y con Abidal. Con Guardiola, Tito, Martino, Luis Enrique o Valverde. Con tripletes o sin ellos. En una organización jerárquica no sería algo normal, pero en el deporte la pirámide se invierte de manera natural. Una toma de decisión de Messi en el Barça, como una toma de decisión de Jordan en los Bulls, hacen o hacían temblar millones de euros o millones de dólares.

Veo en el Barça algo de aquellos viejos Bulls. Veo en Pippen ese escudero nostálgico porque la gloria (y el dinero) se lo llevaba MJ como se vio en Neymar ese deseo de volar solo para intentar ser el número uno. Veo en Messi algo de aquel Jordan, que consideraba el vestuario como algo sagrado y que estaba feliz con esos viejos compañeros de batalla que, aunque llegasen o superasen los 35 años, eran absolutamente ganadores y tenían "derecho a defender lo que tenemos y lo que hemos conseguido hasta que lo perdamos".

El poder del vestuario no es un poder regalado, es un poder adquirido. A base de dar gloria al club y a la ciudad. Messi no sólo ha sido feliz con Piqué, Alba, Busquets o Suárez. También sigue pensando que, en muchos casos, son los mejores compañeros de viaje que tiene a día de hoy y que tienen derecho a defender lo que tienen. De momento, nada menos que ser los reyes de la Liga en ocho de los últimos once años. Pero que nadie dude que The last dance también está llegando al Barça.