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El tenis se asoma al vacío

Cuando comenzó la catarata de cancelaciones y aplazamientos de eventos deportivos por la pandemia, en un insoportable efecto dominó que no ha parado, los organizadores de la Copa Davis resoplaron, porque se habían salvado por la campana. Dos eliminatorias de primeros de marzo se habían jugado sin público, en Italia y en Japón, pero se había superado el trance con todas completadas. Hasta el 23 de noviembre que son las Finales de Madrid hay tiempo de sobra para acabar con la amenaza, debieron pensar con buena lógica en Kosmos. Pero con el paso de los días, y sólo ha transcurrido un mes desde entonces, no está nada claro. “Es muy posible que el tenis no se reanude hasta el año que viene”, ha dicho Andrea Gaudenzi, el presidente de la ATP. Incluso el Open de Australia, el primer Grand Slam, maneja la alternativa de celebrar su próxima edición a puerta cerrada, ya en la temporada 2021. Cada vez son más los organizadores que asumen que el curso 2020 puede quedarse vacío. Lo han expresado en voz alta en la NBA, en el Mundial de MotoGP… Y ahora en el Giro y en el tenis.

Las oficinas de los organizadores son hoy rompecabezas que cambian de configuración en 24 horas. Gaudenzi es la imagen de todos ellos: “Hemos creado unas 50 versiones diferentes del calendario y hemos tenido que barajarlas a diario”. El tenis, para colmo, es un deporte con mayores complicaciones que otros, porque exhibe un carácter más global, con torneos semanales repartidos por el planeta, y con competidores de todas las nacionalidades. El impredecible avance del virus, de un país a otro, dificulta cualquier previsión. Las instalaciones del US Open, el grande que debería relanzar el circuito el 24 de agosto, acogen actualmente un hospital de campaña. “Nadie sabe cuándo podremos reanudar el tenis. Todo es hipotético”, apostilla el dirigente italiano. Sólo queda seguir luchando. Y esperar.