Héroes sin final feliz
En estos días de encierro, teletrabajo y pesadilla, me he transportado varias veces al 1 de enero, a esa fecha en la que todos nos trasmitimos nuestros mejores deseos para el curso entrante. Qué poco podíamos imaginar entonces la tristeza que nos iba a deparar este 2020. Ese día, como de costumbre desde hace tiempo, lo empecé trabajando en la redacción de AS y me recuerdo escribiendo una columna que titulé: Feliz Año Olímpico. Ni el guion más retorcido nos hacía pensar entonces que la llama no iba a lucir el 24 de julio en Tokio. La cruel realidad que avasalla todo ha trastocado la hoja de ruta. Y ha derrumbado vidas. Los Juegos se van a posponer, no se divisa otro escenario lógico. Ya hay voces críticas que no quieren ni oír hablar de 2020. Todo apunta a que habrá que ir a 2021 o 2022.
En esa misma columna de Año Nuevo recogí que estos Juegos Olímpicos eran especialmente importantes para el deporte español, porque muchos de los héroes que han abarcado éxitos en los últimos tres lustros se encuentran al límite de la edad competitiva. Todos ellos se hallan expectantes, porque prorrogar Tokio a 2021 les pillará un año más viejos, y a 2022, merodeando el retiro. Se trata de nombres ilustres, de algunos de los mejores de la historia: Rafa Nadal, los hermanos Gasol, Mireia Belmonte, Lydia Valentín, Saúl Craviotto, Alejandro Valverde, Gómez Noya… A estos laureados deportistas hay que añadir otros casos especiales. En el atletismo brilla el abuelo Chuso García Bragado, cuyas gestas ya no miran a los podios, sino a los récords: con 50 años se ha clasificado para sus octavos Juegos. Y luego está el ejemplo de los Hispanos, que tienen clavada la espina de la eliminación para Río 2016 y se habían conjurado para completar la Triple Corona, varios en avanzada edad treintañera: Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde, Viran Morros, Gedeón Guardiola, Dani Sarmiento… Todos merecen un final feliz.