Feliz Año Olímpico

No he podido resistir la tentación de repetir el titular con el que arrancamos en 2018: Feliz Año Olímpico. Entonces dábamos la bienvenida a los Juegos de Invierno, de menor tradición acá, en los que por fin se rompió la sequía de medallas con los bronces de Regino Hernández y Javier Fernández en Pyeongchang, 26 años después del podio de la añorada Blanca Fernández Ochoa en Albertville. El mismo titular nos sirve para abrazarnos ahora a Tokio 2020, a los Juegos Olímpicos de Verano, los genuinos. Una maravillosa portada con el selecto posado de algunos protagonistas españoles marca el camino a Japón en el diario AS. Lo caminaremos juntos. De momento ya se han logrado 167 plazas, rumbo a completar una expedición que bordeará los 300 deportistas, cerca de una paridad que ya se acarició en Río de Janeiro con 165 hombres y 144 mujeres. El objetivo de medallas es similar, centrado en las 18, dos arriba o dos abajo. En 2016 hubo 17 podios, pero con un buen puñado de oros, siete, que impulsaron a España al 14º puesto del escalafón. El color de la medalla pulsa el ascensor.

Los principales nombres son los mismos que han sonado en los últimos cuatro años, los que han mantenido a España en Mundiales y Europeos. Entre ellos hay muchos ilustres que, seguramente, cerrarán su vida olímpica. Tokio será la despedida de una generación de oro, salvo que estén fabricados en el mismo molde que Chuso García Bragado, que cubrirá sus octavos Juegos con 50 años. Junto al incombustible marchador apunten a los Gasol, si es que Pau se recupera; a Mireia Belmonte, a Lydia Valentín, a Gómez Noya, a Saúl Craviotto, a Alejandro Valverde, a Maialen Chourraut, a Laia Palau, a Silvia Navarro… Y quizá a Rafa Nadal, salvo que alargue su longevidad a los números de su siamés Roger Federer. Son históricos del deporte español, camino de su último servicio olímpico.